LXII
LA INQUISICIÓN
cenar con ella, y se quedó á dormir con ella hasta el
cuarto del alba.
Jtem, dijo el dicho obispo delante de mi y del pa-
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dre fray Diego de la Vera, religioso de Sant Fran–
cisco, y de Pedro Morillo, vecino de la dichl:!. ciudad
de Talavera, y de Toribio Hernández, vecino de Tu–
cumán, que antes de tantas horas lraria temblar los
ángeles.
·
Item, diciendo yo al deán de Tucumán don Fran–
cisco Salcedo, que por qué el dicho obispo hacía. cier–
ta cosa que no me acuerdo bien, me respondió: «ya
se lo he dicho; pero respóndeme que tiene 'provi–
dencia de Dios de todo lo que hace, y que Dios le
tiene prometido dar muchas cosas,
y
que por esta
causa hace muchas cosas desatinadas», y
á
mí me ha
dicho asimismo en el dicho monesterio las mismas
palabras, tratando conmigo algunas cosas.
Item, elijo delante· del padre fray Diego de la Vera
y de Pedro J\IIorillo, ya dicho, y del dicho deán, que
quería más ir
á
Potosí que no al cielo, y se lo re–
prendieron, y lo repitió otra vez: dijéronmelo el .
dicho padre fra:y Diego
y
el dicho Pedro Morillo.
ltem, á lo que me quiero acordar, me dijeron los
dichos que había dicho el dicho obispo que la de–
manda que trata ele venir contra el gobernador Ler–
ma y destruillo, era más principal é imporlaute que
la que llevaron los mártires que fueron á padecer
. martirio .
Item, ayer hizo ocho días, domingo en la noche,
le fui á ver como
á
mi perlado,
y
dijo delante ele Die–
go de la Pila y ele Ah aro el e Abrego, que fueron en
mi compailia, y ·delante de tres religiosos que no
los conozco, en el rnonesterio de Santo pomingo
desta ciudad, que le habían dicho quel dicho fray