LXVI
LA INQUISICIÓN
han resultado menos inconvenientes de los que se
tenían pronosticados de su condición, muy agena de
la dignidad de obispo, especialmente en tierra tan
apartada. Llegado que fué á aquella tierra prosiguió
en sus amenazas con el Sancto Oficio, llan1ándose
inquisidor ordinario, dando á entender y diciendo
que llevaba comisión nuestra., no siendo así, y en
este caso hay muchas informaciones contea él y
cartas suyas donde lo dice, y dice también que ha–
bía citado al dicho Gobernador y á algunas perso–
nas que pareciesen en la Inquisición, señalándoles
término, y saliéndose él de su obispado otra vez para
Potosí y esta ciudad y al Concilio Provincial, deJó
excomulgados al Gobernador y á los dichos y pues–
to entredicho y cesación
a divinis
hasta que salie–
sen de aquellas provincias á parecer en este Sancto
Oficio, para do-nde los citaba, no habiendo cosa en
una denunciación de veinticinco capítulos que con–
tL·a los dichos nos envió que perteneciese al Sancto
Oficio, y consta por información que, á algunos que
ansí citó, fué porque Ii.o le daban comida y caballos;
y con esto dejó aquella provincia muy desasosega–
da. Y habiéndose visto la dicha denunciación enten–
dimos que su intento era difamar al Gobernador,
y
luego lo vimos más claro, porque la misma denun–
ciación á la letra envió al Virrey y otra al Concilio
Provincial, diciéndoles que de aquellas cosas denun–
ciaba en el Sancto Óficio y que las traya probadas.
Demas de lo cual, Diego Pedrero de Trejo, chan–
tre de Tucumán, pareció ante nuestro comisario en
la ciudad de la Plata, y presentó la denunciaeión que
original será con ésta contra el dicho obispo, que
V. S. será servido de mandar ver, porque, demás do
lo que
hay
en
ella
que
puede calificar1$c, parece
que