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EN EL RÍO DE LA PLATA

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y

que el reo era de aquellas dos tribus de Israel que

estaban guardadas en el paraíso terrenal aguardan–

do la fin del mundo, que vendría presto, para que

Dios los juntase

y

los hiciese mayor cantidad que

á

sus pasados;

y

que su padre·del reo había salido

con sambenito desta Inquisición porque dejaba

á

sus hijos pobres,

y

por· eso había dicho que creía

en Jesucristo,·

y

que no creía en él sinó en su Dios

y en la

vet~da

del Mesías,

y

que el reo era judío

hasta anatema,

y

que no se le daba nada que lo su–

piese todo el mundo, que le quemasen, que los que

morían quemados no morían, sinó que su Dios los

encendidas,

y

echando azufre en las brasas. que olía muy mal, y

que había puesto once cuchillos de belduque al rededor de las

brasas, clavados en el suelo, y tuatro 6 cinco ollitas de vinagre, á

la lumbre, que herbían, y que había puesto una figura de Santa

Marta, de cera,

y

de un santo llamado San Taraco,

y

hincada de

rodillas decia: «Marta, Marta, no la dina, ni la santa, sinó la que

el diablo encantan; y que lo susodicho era para saber si un hom–

bre se había de casar con la testigo, la cual, diciendo

á

la reo que

era una embustera, la había respondido que, si quisiera creer al

diablo, que la diría muchas verdades, y diciendo ·1a testigo que no

q ueria creer sinó en Dios Todopoderoso, había respondido la reo

que también el diablo era poderoso; y que había muerto una palo–

mita, y hecho que la sangre la bebiera la testigo, y que había sacá–

dole el corazón y puéstole siete alfileres clavados, y echádole

á

co–

cer en una olla de vinagre, para que como él hervía, hirviese an–

simesmo en su amor el corazón de la persona que quería casarse

con la testigo;

y

que con su hermana de la testigo había hecho

otros embustes con unas yerbas cocidas en vinagre, pará que cierto

hombre la qubiese

y

se casase con ella; y que á las dos las había

hecho hilar un poco de estopa,

y

del hilado había. hecho unas can–

delitas, las cuales, encendidas, había metido en una olla en que

habla hecho tres agujeros, y que luego las había partido en siete

partes.

y

puestas en el suelo, había andado

á

la redonda, haciendo

oraciones; y luego se había puesto

á

una ventanilla, y mandó al

diablo, y que luego había vuelto

y

dicho que otro dia le daría el

diablo la respuesta y traerla_ buenas nuevas;

y

que en todo lo suso–

dich0 mandaba la reo que no trajesen reliquias, ni rosarios bendi–

tos, ni cosas santas; y que la había visto echar la suerte de las ha-