EN EL RÍO DE LA PLATA
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que pretendió tachar los testigos y á todos los demás
vecinos, por sus enemigos
capitales~
por ser asesor
del Gobernador y haberse tratado del servicio per–
sonal que tocaba á todos, que en ellas paresció p·ro–
bar alguna cosa de las dichas enemistades que le pu–
dieron relevar, y con acuerdo y parecer de su abogado,
concluyó en su causa difinitivamente.
«Vióse en consulta con ordinario y consultores y
fué vótada por mayor parte á que el reo fuese re–
prendido en la sala de la audiencia, desterrado de la
provincia y gobernación de Tucumán por tiempo y
espacio de un aflo preciso, y que no lo quebrante,
so pena de cnmplillo doblado.»
Martín de Medina, mestizo, natural de la Asun–
ción, que se denunció al comisario de Tucurr.án por
Noviembre de
1605
de que caminando en compañia
de varios 1.1ombres de Cascagasta á la ciudad de San
Miguel había sostenido ciertas doctrinas contrarias
al sexto mandamiento del decálogo, se vió obligado
· á ir .á Lima, á donde llegó en Febrero de
1608.
Dióse–
le la ciudad por cárcel, tuvo que abjurar
de levi,
oyó
una misa en forma de penitente y fué desterrado por
tiempo de un
~iío
de San Miguel y diez leguas en
contorno.
En el auto de
17
de Junio de
1612
fué penitenciado
el barbero Mateo Sánche4 Rendón, que se denunció
ante el comisario de Tucumán de haberse casado en
Salta, viviendo su primera mujer en España.
Jorge de Paz, portugués, mercader, fué testificado,
entre otras cosas, de que hallándose en Córdoba en
;
la plaza un día de fiesta en conversaeión con otras
personas tocaron á misa en dos iglesias, y que im–
portunado el portugués para que fuese á la mayor.
dijo: c(Vaya vuestra meréed á misa, que no quiero oir