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LA 'INQUISICIÓN
Callao. Entró en la cárcel un año ·después que su
padre, y fué adn1iticlo á reconciliación, con confisca–
ción de bienes y reclusión en un monasterio.
Relajado en estatua fué otro portugués,- Diego
.Pérez de Acosta, de casta y generación de judíos, her–
mano del obispo de Tucumán, el dominico Fr. Fran-
•cisco de Victoria, por cuya protección, probablemen–
te, no pudo ser hallado. El fiscal le acusó de .no
haberse presentado al Tribunal, apesar de los edictos
que durante más de un año se fijaron en las puertas
· de las iglesias, «y que se había dejado estar exco–
mulgado y permanecía j udio, hereje, apóstata, con–
tumaz, obstinado y endurecido en sus errores,
y
pidió que fuese relajado á !ajusticia y brazoseglar,
con confiscación de bienes, pudiendo ser hallada su
persona., y en defecto su estátua)). Y así se ejecutó.
«Este reo, anaclen los Inquisidóres, tenemos infor–
mación que se fué á Italia,
y
había estado en Vene–
cia
y
Saona>>.
En
1604
sé fallaron también las causas ele Garcia
de Torres, clérigo, acusado por doce testigos c<mu-'
jeres indias que residiendo en la provincia de Tucu–
mán en la ciudad de Córdoba, habiéndose ido á con–
fesar con él por la cuaresma del año de
600,
las babia
solicitado en el acto de
la
confesión para actos torpes
y
deshonestos, con palabras torpes
y
deshonestas
para tener aeceso carnal con ellas, y todas doce mu–
jeres concluyen delicto cada una de por sí)). ·
Sospechando que había de ser preso por el Santo
Oficio, forjó unas dimisorias .falsas ele aquel obispo
y se fué huyendo hasta GnancaYelica, donde en vit·–
tucl de las dichas dimisorias, decía misa. Llevó la
penitencia de costumbre.
De proposiciones erróneas
y
en parte heréticas di-