EN EL RÍO DE LA PLATA
95
darle confesor;
y
se le acusó asimismo de otras co–
sas que eran tiranía
y
sabían á ella y no tocaban á
nuestra fe ni al conoscimiento de la Inquisición, ni
á su fuero;
y
que cuando supo que iban á prenderle
por el Sancto Oficio esta segunda vez, quiso salir al
encuentro á las personas que iban á ello,
y
para ello
-hizo ayuntar en su casa en la ciudad de Santiago á
los vecinos de ella, y si le hobieran querido seguir,
hobiera salido al encuentm á las dichas personas
que le iban á prender;
y
que estando ya preso en un
aposento de su casa, que estando con grande impa–
ciencia de ver estas cosas, le dijo cierta persona, con–
solándole, que tuviese paciencia,
y
el reo contestó
que él tenia
y
había tenido más paciencia que tuvo
Job;
y
que estando tratando ciertas personas de la
Orden de la Compañia de Jesús y del fruto que ha–
cia donde quiera que estaba, dijo el reo á cierta per:..
sona: «¿,Qué dicen aquellos de la Orden de los·' teati–
nos~
Yo no la tengo por buena sinó por gran desati–
no, pues que por ella ha venido á Espafla tanto mal
y tanto trabajo, y valiera más que no se hobieran
ordenado»·. Y que comía
y
cenaba el reo dentro de
una iglesia, teniendo casa donde poderlo hacer;
y
que dió á cierta persona una iglesia para que vivie–
se en ella; y que comía carnes en viernes y en vigi–
lias, estando sano y bueno, después de haber sido
castigado por ello, entre las demás cosas, por el di–
cho Obispo;
y
que había mandado pregonar públi–
camente en cierta ciudad de su gobernación que la
india que sirviendo á uno se casase con un° indio
que sirviese á otro, que no los dejasen vivir juntos,
aunque estuviesen casados en haz de la Sancta Ma–
dre Iglesia;
y
que ningún indio se casase con una
india de otro sin su licencia;
y
que era
hechice~o
y