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Dispues tas ya las cárceles, se trató de nombrar al–
caide de ellas, puesto de la mayor importancia en el
Santo Oficio. Como el propietario no ll egaba aún ele
la P enínsul a, se designó en ínterin al notario de
secuestros, que estu,·o poco tiempo en el cargo por–
que luego c<fué á dar cuenta á Dios;))
y
después de al–
gún tiempo ele ,·acante, en Yista de que ya se imponía
latranslac iónde losroosque estnban en las p(Iblicas,
se nombró á Mateo Ramírcz, que, como se recordará,
había desde un principio solicita0o el ser familiar, y
que mostraba tantas veras de servir, qno, segú n ex–
presaban los inquisidorc , les tenía sumamente obli–
gados.
P ero si se manifestaban sati . fechos de esta elec–
ción,- su desconsuelo por la falta do otros auxiliares
del Santo Oficio era carla Yez más grande. De las
diez familiaturas que, conforme á
1a
cédula de funda–
ción, debía haber en Cartagena, sólo estaban servi–
das cuatro, dos por titulos despachados en Lima
y
las otras dos en EspaDa. «Ano haber encontrado con
Hamírez, declaraban, fuera imposible hallar qui en
pudiera ser alcaide,
y
para que V. S. enti enda ser
esto así, bastará que se diga qu e en todo el tiempo
que ha q11e" estamos en esta ciudad no ha habido,
burlando ni de veras, sinó sÓlo dos que hayan pre-
1endido familiaturas ... Hasta ahora no hemos dado
título
á
ninguno, y lo peor es que pues ahÓra con el
calor de la nu eva fundación no
h~y
quien pretenda
fani.iliatura, menos lo habrá en adelante.))!
. Tampoco se sentían muy satisfechos de la conduc-
1.
Carta de
g
de Julio de
1612.
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