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LA INQUISICIÓ.N
ta de uno de sus principales dependientes, Luis
Blanco de Salcedo, notario del secreto, de quien aca–
baban ele saber que, faltando á lo esencial de su ofi–
cio, había hecho revelaciones ele lo que pasaba en
alguna de las causas en tramitación y que se portaba
con tanta in solencia que un buen día quiso dar al In–
quisidor Salcedo con los papeles por la cara.
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La ' rerclad era, con todo, que hasta entonces, des–
pués ele tres aiíos ele haber comenzado
á
funcionar
el Tribunal, los procesos eran poco numerosos y de
una importancia muy mediana. Habían sido senten–
ciados los seis seglares, que andaban en f1aclo, y entra–
mitación estaban, además ele los que dijimos más
atrás, cuatro de religiosos, dos agustinos y dos fran–
ciscanos, por proposiciones sospechosas; sois de mu–
jeres por sortilegios hereticales: ele modo que, por
todas, apenas pasaban de treinta las personas pro–
cesadas, eon las cuales se proponían, sin embargo,
celebrar auto para la cuaresma ele 1614.
2
Y, en efec–
to, como lo tenían
gensa.do,el2 ele Febrero de aquel
año, dia de la Purificación de Nuestra Sefiora, lo
celebraron
«C0~1
mucha solemnidad, y aunque el nú–
mero ele las causas no fué grande, expresaban, hubo
mucho que ver en ellas y en la forma con que se
hizo, porque fué con mucho aplauso y contenta–
miento ele toda esta ciudad y de muchas personas
que ocurrieron aquel día ele toda su comarca á ver
una cosa tan nueva en estas partes.))3
Por ser aquella la primera fiesta inquisitorial que
r.
Carta de Salcedo al Consejo:
2
de Julio de
r6r r.
2.
Carta de
14
de Julio de
r6r3.
3.
Carta de
r8
de Febrero de
r6r4.