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CART.\.GE~A
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diócesis, estando ya ele partida para Guatemala, adon–
de había sido promovido, leyó edictos de la fe co–
mo inqui iclor . ordinario, concediendo indulgencia
plenaria de todos los delitos hasta entonces cometi–
dos
y
en seguida se marchó á su nuevo obispado .
Su sucesor, don
\.Ion o Enriquez ele Toledo, si–
guió luego u paso , ade lantándose en ellos hasta
decir en pública plática hecha á sus feligre os que
él era inqui idor ordinario
y
que á él acudiesen los
que e
intiesen culpados en materia de fe
y
no qui–
siesen caer en manos del
anto Oficio, cuyo rigo r
y
a pereza eran ele todos conocidos .
Con. estos precedente no tiene, pues, nada de ex–
traño que lo
inquisiclore
tronasen contra los pre–
lados. Manifestaban que el distrito estaba, en gene–
r al, pob lado,
y
especialmente en los puertos do mar,
de gente pern icio a
y
mala, por el trato ordinario con ·
herejes,
y
que esto era nada en comparación ele la pon–
zoña que se derramaba por la tierraadentro, pues era
increíble lo que pasaba acerca de actos incestuosos
de que cada día ·recibían mil deposiciones, cometidos
s in perdonar á hermanas, á mad res ni hij as; ac tos
que debían remed iar los obispos,
y
que trataban,
s in embargo, como de burla, bien por su falta do
potestad
y
fuerzas, bien c<por otros respetos .))
«Asimismo, los obispos destas partes, añadían,
son causa de algunos excesos en materi a de fe,
porque no midiendo su juicio ·ni al común proceder
de los príncipes eclesiásticos de esas partes, ni á lo
que S. M. les advier te
y
ordena, se entrometen en el
conocimiento de las causas de fe, haciendo mil bo–
rrones en ellas, ora por ser teólogos
y
poco cursa-