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L.\.
I:\QUISICIÓN
n istros,
la
capacidad dello , pue cuando vienen á
acompaüar al Santo Oficio en orden ele ciudad y lle–
van su mejor lugar los oficiale clél, les parece que
representan diferente figura que cuando están sen–
tados en la iglesia.))
1
Mientras tanto, con ocho mil ducados que el Rey
les había concedido para, us ga !o.
ele in talación,
compraron la
casas en que e taba establecido el
Tribunal, dando la mitad del precio al contado;
y
la–
braron trece cárceles, cuyo eclificie, repartimiento
y
clausura
y
secreto, aseguraban, podía con iclerarse
bueno en todas partes,
<<
·i la tierra no fuera tan ma–
la como es.))
2
Lo peor era que esta malquerencia hacia el
Tri–
bunal era general en todo el distrito, y e pecial–
mente de parte ele los obi po , que no podían Yer de
buen grado que e los arrebata e ol conocer do las
causas ele fe en que ha ta
entoncc ~ ,
por regla gene–
ral, estaban entendiendo .
E l arzobispo de Santo Domingo don fray Cri tóbal
Juárez, que á su paso por allí le había agasado tan–
to
y
manife ' Lado exhonerar o de. de entonces de los
procesos ele fe, apenas volvían la.
e.~ palcla.s
lo inqui–
sidores, cuando procedía á publicar edictos con cen–
s uras tocantes á aquella materia.
Fr. Juan de las Cabezas, obispo ele Cuba, después
de haber obedecido las céclu la.s reale , en cuya Yirtud
se·tomó posesión para el Santo Oflcio de aquella
1.
Carta de
1S
de Enero de
1611.
2.
Carla de
1G
de Julio de
1612.
Según otra carta
d~
21
de J unio de
1611,
parece que las cárceles se concluyeron por el mes de Noviem–
bre de ese año.