74
LA
INQUSICIÓ~
En el Cabildo secul ar fi guraban, por supu esto , los
oficiales r eales, hidalgos honrados y conocid os por
tales , pero los demás miemb ros del cuerpo qu e re–
presentaba á la ciudad, era n en su mayoría portu gue–
ses, al gunos de ellos malqui stos por su mala lengua,
otros muy ordinarios,
y ,
en general, tocl os ·personas
muy comunes, y tanto, qu e á nin gnno, según asegu–
raban , se les poch a cc clar lado.))
Ya so comprenderá cuál era la irn portancia que
ante es tos personajes se querían atribuir los inq ui si–
dores, ccvi enclo un Cabildo tan miserabl e
y
u n obispo
que sólo tiene dos negros
y
dos negras qu e le sir–
v en,
y
qu e querían tener pun tos con un Tribunal tan
grande
y
a utorizado.))
En efecto, aquellas pobres gentes quisieron, ape-
_nas ins talado el Santo Oficio, causar á sus mi em–
bros un bochorno impropio ele su calidad . La Yís pera
d el segun do dia de P ascua avisaron los inqui, ido–
r es al provisor qu al día siguieute irían á la cate–
dral en forma de oficio,
y
que, así, estuYiese el clero
apercibido para cumplir lo que en céclnlas reales se
l e
manda.batocante á la preferencia qu e en el asien–
to
y
otras ceremonias qne se yeriflcasen en la igle–
s ia se les debía dar . Salió primero
la
procesión,
á
la que los inqui sid ores no qui sieron acompailar por
no andar . en cuestión, á s u decir, sobre los luga-
1
r es; pero «comenzóse la mi sa, dióse el agua bendi–
ta, según que la cédula lo dice, ll evóse el óbsculo del
Evan gelio al obispo, asimismo la paz, y se hizo otros
actos ponti ficales, en los cuales los que iban y ve–
n ían desde el coro al alt ar_.
usaron ele tan poca cor–
tesía que al pasar del Tribunal nun ca la hicieron,