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LA INQUI SICIÓN
adelante, Rod rí guez Carasa fu é transladado
á
Méxi–
co, con cier;as restricciones en su s ueldo,
y
en su
lugar se nombró al licenciado don Bartolomé Lópcz
de Castro, capellá n del monas teri o de la Encarna-–
ción de Madrid
y
comisari o del Santo Oficio
en.
aquell a ciudad, gu e tomó posesión de s u cargo el
17
de julio de
1784 .
Vill egas,
tt
s u vez, fu é promov ido al obi s pado ele
Nicaragua. en
1783,
y luego al de Durango .
Entre las recomend aciones queáaqu él dió el Con–
sejo, fi guraba, en primer lugar, la de que, obse rvando
desde su llegada la conducta de s us colegas
y
estu–
diando .los procesos en que el f1 scal aseguraba se hti–
biese faltado al estilo ele trami tar del Santo Oficio,
y,.
en general, todos los particula res qu e-abrazaban las
r ecíprocas denunciaciones qu e se habí an hecho so–
bre dive rsidad de ·materias, di ese su informe al
Con::3ejo. L6pez de Castro cumplió luego s u come–
tido con prontitud é im parcialidad,
y
sin detenernos
en el exámen ele su informe, por lo tocante
á
cosas–
menudas, conviene que conozcamos su opini ón so–
bre la. conducta general de s us nu evos colegas .
«Aunque con la translación del fiscal, expresaba.,.
calmaron las turbulencias
y
hallé el Tribunal tran–
quilo, no he dejado de nota r en algunos ministros
bas tan te inacción en· el cumplimiento ele su obliga–
ción,
y
el ser muy
á
propósito para sembrar chis- "
mes
y
fomen tar discordi as .. .
» !
_
AscendidoLópezde Castro al puesto de inqÍ1i sidor,.
le r eemplazó como fi scal, D. Leonardo de Prado
y
Ove-
1.
Carta de
14
de noviembre de
1784.