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LA INQUISICIÓN
que se soltasen los presos de la pesquisa y no se
procediese en adelante contra vecino alguno.r
Mier, con ocasión de la visita de su sobrino, se in–
dispuso con mucha gente y llovieron contra él las:
acusaciones en el Consejo. Andaba tan hecho peda=–
zos ·que se le veían por -las roturas los cahoncillos
blancos y el jubón de lienzo; conversaba con ingle–
ses de Jamaica, que le enviaban negros para entrarlos
de noche en forma de presos del Santo Oficio, es–
coltados por el alguacil mayor, por cuya mano ven–
día las gracias
e}
e calificador, alguaciles mayores, co–
misarios y notarios; á su sobrino permitió examinar
los reos en la sala de la Inqui sición para intimidar–
los: de:;:;estimado p'or esto de taJ modo qu e nadie le
visitaba, y tan poco católico quel según se decía,
sólo se confesaba por la cuaresma .
Quirós paseaba á todas horas, de día
y
de no-che,
vi~i~aba
á tDdos
y
á todas,
y
no se
excusaba.debailar
aunque fuese en público; amigo de mezclarse en
todo:, salia siempre mal,
y
de todo no se le daba
nada; su persona estaba en poca estimación y su
palabra en ninguna.
El Fiscal se quedaba en su casa y ni salía ni se
dejaba ver.
'
El dueño de toda la máquin a del Santo Oficio ve–
nía á ser, en rigor, el secretario Echarri: íntimo de
Mier, se le acusaba de ser su inspü.;ador en cuanto
malo hacia; todos acudían a él en dispensación de
favores, y su casa se veía tan frecuentada de gente
r.
Carta del secretario don Miguel de Echarri,
24
de junio de
!678.