EN CARTAGENA DE INDIAS
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cultosa de lo que pudieron imaginarse, por cuanto
la escasez de personas idóneas para el cargo era
suma . Cerezuela comprendía muy bien que el Tri–
bunal sin comisarios que secundasen sus propósi–
tes ; era «como un cuerpo s in brazos,)) y que s i su
esfera de acción hubiera de limi tarse á Lima, nada
de provecho podía hacer. Mas, era el caso de que ni
en la misma capital encontrábanse personas me–
dian amente ·adecuadas para esos puestos, pues de los
doce y más clérigos que allí había, «no se hall aba
uno capaz de quien poder echar mano.)) <<Que -será,
añadía Alcedo, en las demás ciudades, donde no h8y
sinó dos, y en muchos lugares uno?))
r
•
Otro tanto sucedía con los consultores. Había
abundancia de letrados, pero se tenía poca segur i–
dad de su limpieza, «porque es tierra ésta que fácil–
mente me parece, decía Alcedo, hace á uno judio,
y
para averiguar la verdad y lo contrario, hay mal–
aparejo.))
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Mal que mal, Cerezuela procedió al fin á nombrar
algunos comisarios, y entre ellos á D. Lope Clavija,
para Santa Fe, en cuyo cabildo metropolitano de–
sempeñaba el cargo de deán. «A Cartagena, afíadi a,
hemos enviado despachos paNa que se publiq ue e l
edicto
é
instrucción para el comisario de lo que ha
de hacer con las advertencias necesarias.))
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De modo que en realidad sólo entor1ces, es decir,
: vrca de siete años después de fundado el Tribunal
1.
Carta de
12
de Junio de
1570.
2.
Carta de Alcedo, de
11
d e Junio d e
1S70.
3. Carta de Cerc:zuela
y
U!Loa, último de Febrero de
1577.
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