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LA
INQUISICIÓ~
Pedía que se pusiera remedio para que de algún
modo fuesen castigados los testigos que no guarda–
han el secreto deb.ido al Santo Oficio, «porque espe–
rar que lo sean por los jueces que residen en Lima,
distantes deste reino más de quinientas leguas, con–
cluía, es imposible. >)
Anuncibay, por su parte, presentaba Yeintitrés ca–
pítulos de recusación contra el Arzobispo y seis con–
tra ClaYijo, valiéndose ele la ocasión para manifes–
tar al Rey que con los ministros y familiares del
Santo Oficio «Se pasa en este reino muy grande tra–
bajo, y las justicias y escribanos y otros oficiales
están tan atemorizados que dejan ele hacer lo que
á.
vuestra real
j
urisclición toca, y quieren por ello
se 1~
castigados y no qne los lleYen á Lima, como han
visto otros ejemplos .>)
1
Mas, el ar)tagonismo entre el Arzobispo y
el
co-–
misario subió de punto cuando un cHa en que aquél
e taba Yiendo un pleito que Clavija tenía con otro
canónigo, con bonete puesto se entró de rondón á la
. ala do su despacho á decirle que le hací¡:¡, fuerza;
levantó todaYia el grito al cielo y le rnetió al prelado
las manos por la cara. Diósele su casa por cárcel
y
n.o qui ·o cumplir la orden, y al fin hubieron de lle–
vár
·eló
al ho pital.
Probósele, á renglón seguido, que la pieza que de..:_
cía destinada al Santo Oficio la tenia convertida en
sala de recibo para mujeres, habiéndose, respecto
de algunas, propasádose hasta forzarlas,
y
que las.
monjas de Tunja le llegaron á ptohibir que entrase·
r.
Carta al Rey: Santa Fe,
17
de Abril de
1S78.