232
LA INQUISICIÓN
con dificultad
y
con poqms1mo aciert-o, especial–
mente cuando recaían en frailes, porque pretenden el
cargo «más para preeminencias en su r eligión, que
para servicio,de Dios
y
de la Inquisicióm) .
1
Uno de ellos Fr. P edro de Córdoba, nombrado
por el Consejo para P anamá, había resultado de
tal
calidad que los mismos minis tros no pudieron me–
nos de manifestar que «vivía con tanto
escándalo~
que no viene bajel de Pu ertobelo en que no vengan
un millón de qüejas de su descompuesto modo de
·vivir, pues dicen tiene descasa@o á un vecino de–
aquella ciudad ele s u muj er, en quien tiene hijos)).
2
Pero, la verdad era que los inquisidores no valían
mu cho más que sus delegados. Ugarte Saravi?- había
sido promovido al obi spado de Guatemala. Vélez de
Mompox, había dos; en Tolú y San I'rancisco de la Antigua, ningu–
no. Esto por lo que toca al obispado de Cartagena.
En todo el arzobispado de Santo Domingo, sólo contaba uno la
ciudad capital; Santiago d<: los Caballeros, San Antonio de Monte
de Plata, El Cotuy, Yaguana, Nuestra Señora de Alta Gracia y el
Ceibo, ninguno.
En el azobispado de Santa Fe -había veinticuatro ciudades
ó
pueblos que tampoco los tenían.
En el obispado de Panamá, Puerto-belo, Nata, Veragua, etc.,
ocho ciudades y villas, lo mismo .·
En el de Santa J\'iarta, ni un o de los ochos pueblos de que se
componía, inclusa la misma cabecera del obispado, tampoco.
Puerto Rico, con ser cabeza de obispado, ni ninguno de s us once
pueblos.
En el de Popayán, ni siquiera en la capital.
En Venezuela, con excepción de Caracas, que tenia dos familiares,
no lo había en ninguno de sus ocho pueblos.
Y, por fin, en el de Cuba, exceptuando la Habana, qu e tenia dos,
tampoco en los siete pueblos restantes.
1.
Carta de
10
de julio de !638.
2.
Carta de
12
de enero de
J6_p.