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204

LA

INQUISICIÓ~

'

diariamente estaban repitiendo en demanda de ga–

jes

y

salarios, que aquella ciudad era baratísima; ya

el clima que antes les parecía mortífero, le hallaban

delicioso; los procesos que antes no podían trami–

tarse por la inmensa distancia al interior, era muy

fácilllevarlos á término. ceLo cierto es, concluían;

que son emulaciones de este caballero

y

aliados su–

yos, que no tienen más voluntad que su antojo, y

como desde su balcón ve las paredes de este Sancto

Oficio

y

e1las le son tan odiosas, desea verlas por el

suelo con sus trazas)).

1

·Tan persuadido se bailaría el Consejo de lo ajus–

tado del proceder de Murga á los dictados ele las le–

yes que se había empeñado en hacer cumplir con

celo de ._buen ministro real,

y

acaso también algunas

influencias tuviera en el Consejo, qt1e lo cierto fué

que éste, con fecha 15 ele marzo de 1636, dirigió or–

den á sus dependientes para que mientras Murga

gobernase

y

aún después de concluido su go–

bierno, no cceonspirasem) contra él, ni contra su

teniente

y

ministros, ni que para ello «hiciesen liga))

con persona alguna cuando llegase el caso de dar su

residencia.

Por esos días el triunfo de Murga iba

á

llegar al

pináculo y el abatimiento de sus émulos del Santo

Oficio hasta la humillación.

Murga habi0- tenido cuidado de

Ü'

informando al

Consejo de Indias de los procedimientos de sus mi–

nistros, y tal acogida hallaron allí, que el Rey hubo

de ordenar 'al de Inquisición que sin pérdida de

1.

Carta de

1.'

de septiembre de

r635.