EN CART.AGE;.¡-A DE I NDIAS
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estaban tan ocupados, deseando ensalzar s u fe y ex–
tirpar las pesül entes herejías que tenían aquel dis –
trito tan inficionado .
1
P ero las energías de Murga iban á caer al An ven–
cid as an te el odio de los Inqui sidores y ante los re–
•cursos y armas de que dispo nían para perseguirle.
Ya por aquellos dias se había dirigido al Inquisidor
General reco rdándole ciertos hechos que le favore-
. cían y luego volvía á escribirle acerca de la insis ten–
cia que sus delegados de Cartagena ponían en per–
s eguirle; ccag'o ra, decía, pido justicia de una delación
afrentosa, que sin ocas ión y fund amen to se me ha
hecho, pues no han bastado los oprobios y afren tas
pasadas, sinó que para sell ar y afin ar la materia,
han puesto por escrip to qu e soy sospechoso en la fe,
temerario, atrevido y des vergonzado. Vea:, V. S .
I.
cómo) e trata á u n go bern ado r
y
capitán general de
S. M. , que cuando as í lo sin tieran, por Jo que estoy
representando, se pudiera omitir resoh1 c1ón tan ás–
pera y eruel a, que, ac reditada por un tribunal, no
queda mas que decir contra un hombre es el más
depravado qu e crió Dios : á E l y á V. S.
I.
pido sa–
ti sfacción de esta maldad.)>
2
Más ir ri tados hubieron toclavia de quedar con
Murga al tener noticia de las gestiones que en
unión del CalJi ldo hacia para que la residencia del
San to Oficio se transladase á San ta Fe.
P ara cornbatir esa idea, aseveraban, contra)o que
r.
«Cierto, señor, qu e no podemos entender sinó qu e el d iablo
ordena estas marañasn. Carta citada de 8 de agosto de
r633.
2 .
Carta de
26
de agosto de
r634.