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LA IKQUISICIÓN
Otro reo, de su mi smo nombre, Antonio Juárez,
piloto, que votaba á Cristp que era rnejor que San
Juan de Dios .
Fr. Luis Angel, franci scano, lector jubilado en su
Orden, testifi cado de baber proferido quince pro–
posiciones errón eas, escandalosas, heréticas
y
blas–
femas .
Fr. Juan Montaño, dominico, solicitante.
Diego ele Sanabria, clérigo, doctrinero del pueblo
ele Susa, acusado de lo mismo.
Fr. Andrés de Vetancur, franciscano, lector de teo–
logía en su religión, denunciado de haber dicho
y ·
predicado cuatro proposiciones heréticas .
Fr. Reginaldo de San Pedro, mercedario, testifi–
cado ele que a·firmó que no era pecado jurar falso
por librar
á
uno de muerte.
Don Antonio de Cabrera, natural ele Tunja, por
haber renegado de Dios .
Criminalmente fué procesado don Cristobal Ber–
múdez de Luna, regidor ele la cinclacl, por haber
dado ele empellones
y
pn ñadas á un criado del Fis–
cal
y
por haber dicho que los Inquisidores eran unos
idiotas; á que se le añadió una testificación ele que
siendo diácono ó subdiácono se había casado,
y
que
salió condenado en destierro voluntario de dos años
y
en una multa.
r
r.
Debemos también mencionar entre los procesados por esa época
al capitán Juan de Urbina, acusado de doble matrimonio. Denun–
ciado en Cartagena en
1627,
su causa se siguió ahí hasta
r632,
año
en qu.e por orden de los inquisidores fué remitido
á
Sevilla para ser
careado con
la que se decía su primera mujer. Las diligencias
qu e se practicaron en España duraron hasta fines de octubre de
r633,
fecha en que de orden de1 Consejo fué mandado el reo volver