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LA INQUI SICIÓN
volase,
y
apagando la luz
y
desnudándose en cue–
ros, proseguía diciendo que vo1aba
y
le volvían
a.
r esponder que volase;
y
que á este tiempo se oían
un a voces por lo alto del techo del aposento, que las.
unas decían; ¡cómo vuela! y las otras que volase.
Y
estando la puerta del aposento adonde estaban ,
cerrada, se oía la voz del dicho Fernando fuera, di–
ciendo que le abriesen;
y
pasaao algún rato, le oían
dentro del aposento haciendo ruido en el techo,
y-
.cayendo en el suelo, se ponía sobre la dicha caja ,.
y
al mismo tiempo caían de lo alto muchos bultos–
negros
y
SA
ponían encima de la dicha caja
y
de-–
cían en su lengua:
guacolo~
que quiere decir ¿cómo–
estáis~
y
respondían : ccbueno estoy» .
Y
luego habla-–
ban al dicho Fe.mando y Jos bultos en el aire, an–
dando por lo alto como quien juega á la pelota, dicien-·
do en su ]engua:
al! ~
va! aquí está!aquilo cojo! ved lo
allá! durando en ello gran rato, habiendo mucha he-–
dentura, como ele olor de muerto ó tierra ele sepul–
tura.
Y
uno de los bultos tocaba la caja, haciendo–
són suaYe en ella con las manos y unos palitos, y se·
oía que los bultos amarraban ele pies
y
manos al
dicho Fernando Cabamocbe, el cual se quejaba
po1~
ello,
y
los bultos se despedían de cada una de las.
personas que asistían al j uego, diciendo: ccquedaos»
y
dando cada uno en la caja un golpecito, se iban.
por lo alto del aposento haciendo mucho ruido como·
de campanillas)).
r
r. Carta de r.• de septiembre de· r633. Este negro que tra ía tan•
_embaucados
á
sus compatrio tas fué,
et~ tre
otras penas, condenado-·
en azotes, que se los estaban dando precisamente cuando el Gober–
nador Murga lo hizo quitár al verdu go del Santo Oficio.