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CARTAGENA DE INDIAS
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tortura, elijo que las cosas que le habían sido leídas
ni· iquiera se le habían pasado por el pensamiento,
y que, por amor de Dios, se usase con ella ele m.ise–
ri cordia.r
·Dom in ga Verdugo, negra, recibió dos vuelta" 'del
tormento de mancuerclaccyen todas estuvo negativa,
y
comenzándole á dar )a tercera, e quedó desmaya–
da in hablar palabra>>. Fué ele nuevo atormentada
y
a pe ar de que
e~
tuvo
iempre negativa, salió en el
.auto
y
fué ele terrada.
Guiomar de Anaya, c<fLlé
llevada á la cámara del
tormrnto y en ella se le dieron dos vueltas ele man–
c uerda, y en todas estuvo negati\Ta, y Jevautándose
el . ocretario para ver como e, !aban las vueltas de la
mancuerda, halló que no estaba dada más ele una
vuelta, porque cuando se había comenzado á dar la se–
gunda, so babia deshecho
y
quebró el cordel, con lo
cual e. usi)Cn<.lió o] tormento, con protestación de con–
tinuarle, por no le haber por suficientemente ato rmen–
tada, y estando en este estado
e desmayó la dicha
Guiomar ele \..naya, con lo cual fué quitada del potro
s in lis ión alguna.
Y
en vein ticuatro de ab ril fu é traí–
da á la audiencia para continuar la tort ura, y ha–
bi éndola Uevado á la cámara del tormento, fué amo–
nes tada dijese la Yerdad, donde nó, sería mandada
1.
Parece mentira que los Inquisidores d iesen crédito á patraña
como la siguiente, que más semejaba burla que otra cosa : «Esta
y
las demás con los diablos que allí estaban al rededor del diablo
grande, que estaba en figura de viejo , el cual se agachaba
y
descu–
bría el trasero,
y
en él le iban besando,
y,
al tiempo que esta reo le
b esó, le despidió una ventosidad hediendo
á
piedra azufre. '' La
_p luma se resiste á estampar las porquerías indecentes qu e se en–
cuentran consignadas por los Inqu isidores en estas causas.