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LA I NQUISICIÓN
Uno de los portugueses encarcelados en Lima
y
acusado de judío denunció que en Cartagena vivía
u n compatriota s uyo, secuaz como él de la secta de
1-.foisés: envióse copia ele su declaración á los minis–
tros de Cartagena, y éstos, en 15 ele marzo de
1G36,
procedían á reclu ir en cárceles secretas al denun–
ciado .
Decíase que Juan R.oclríguez Mesa acudía á casa de
otro compatriota suyo á celebrar juntas de judíos; que
se había hallado en su casa un libro que se intitulaba
Recopilación de la Biblia;
que guardaba los sábados
por fiesta, no trabajando en ellos cuando lo podía ex–
cusar; que en re-o;;erencia de aquel día, ponia ropa
limpia en su persona, mesa y cama; que ayu–
naba los viérnes, <<ayunando en todo él hasta salida
la estrella)), cenando pescado, hueYos y legumbres
y
no carne; que no comía tocino ni pescado s in es–
cama; todo én observancia ele la ley T\Ioisés, porque
Dios le diese buenos sucesos y cuando muriese se
hallase su alma en camino ele salvación .
Desde aquel momento fuese proeed iendo en su
causa y contra los demás que iban pareciendo reos
del mismo delito hasta encerrar en las cárceles á los
veintiuno que formaban la secta;
y
concluidas ya las
causas de mucbos, resolvieron celebrnr auto de fe dos
años casi justos después de haberla com nzado . «A
honra
y
gloria de Dios, decían los mi-n istros, dando
cuenta-,ele esto al Consejo, y exaltación de nuestra
santa fe católica, celebramos auto de fe en la iglesia
mayor, á 25 ele marzo ele
1638,
día de la Encarn ación
de nuestro señor J esucristo, en el cual salieron doce
peni tentes, nueve reconciliados,
y
tres abjuraron
de