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LA I 'QUISICIÓN
á
lo que sabemos se acostumbraba en ocasiones se-–
mejantes .
Veamos ahora qnicnes eran los reos .
El primero que se presentó fué la estátua de Blas
de P az Pinto, hombre muy querido y estimado de
todos en la ciudad por su destreza y afición en colgar
jglesias y altarc , y mayordomo que había sido de las
dos cofradías de más nota en el pueblo .
Votado á sor puesto á rigurosa cuestión de tor–
mento en cabeza propia y ajena, conforme al lenguaje
del Santo Oficio, se rompió el cordel durante la to r–
tura, confesando á la tercera vuelta que era judío,
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estando en este estado, curándose ele la tortura, hicie–
ron relación el alcaide y su ayudante que estándole
curando el cirujano había dicho que estaba medi o
pasmado, porque se le habían trabado las quíjadas y
no podia abrir la boca)) . El cirujano dijo dando razón
de esta enfermedad que, curando al reo
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unas lla–
gas de contusión de los dos dedos pulgares de los piés,.
los cuales dedos estaban extirpados por la coyuntura
mayor, particularmen te el dedo pulgar del pié dere–
cho, el cual en su extremidad tenia mortificación,.
por lo cual hahía sido necesario cortarle, y como era
llaga de nervios y ligamientos, sobrevienen hincha–
zones é inflamaciones, de donde procedían muchos
accidentes de calen !ura, pasmos y perlesía>> . P az
P into no logró ya mejorarse; solicitó con ahinco se 1(}
administrasen los sacramentos, no pudo comul gar,.
por serlo imposible abrir la boca, y en este estado–
fué reconciliadO>), resenando, como reservaban, de- –
cían sus jueces, el hacer con él la deli gencia de se–
gunda tortura, si quedase con la vida;>) y al fin , ocho