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suspensos ellos de lo que el alma gozaba, entendí en la
mente, que veía al Santísimo Espíritu Santo, tan amo–
roso, como Padre de amor, abrazándose en el fuego de
sucaridad ardiente, y con ella me decía:
mírate en ese
espejo.
Atendi6 mi alma, y ví que de as manos del San–
tísimo Señor salia una tabla dorada con unas letras que
decían!
La regla del Gármen, ceñida al Instituto Naza–
reno: vida Apost6lica, s·igue mi Evangelio enella:
Volví,
y
dije: Señ"or, á mí tanta dieha? témome de la ilusion;
y
díjome el amantísimo píen nuestro:
pa1·a venideros
tiempos te muestro esta tabla, para que se d·iga que fué
dada
y
dir-igida del Espíriiu Santo.
Yo dí las gracias
á
su Magestad, si es que cabe en mi desagradeci–
miento. ·
<<Quedé de gozo que no cabia, porque asi fué su
M~gestad servido de darle luz á mi . alma, asegurándola
que
c~pli
·ia lo referido. Llena pues el alma de este
.gozo, no sa ia que hacerse· hallé puerta en mi Jesus
Nazareno, que amoroso me llamaba; y sin saber' como,
entré por el Espíritu Santo, y dí en Jesus Hijo de Dios
Padre; y asentándome por discípula, me recibi6 mi
J
e–
sus como Maestro Divino en su escuela divina. Su amor
y
misericordia divina me ayude,
y
dé gracia para que
en todo y por todo quede servido;
y
y6 mísera pecadora
. como humilde sierva, :rendida
á"
su santa voluntad por
toda su eternidad·: así sea.
CA
rrrULO
XXV.
COMO EL SEÑOR MANIFIESTO A NUESTRA MADRE LO QUE
BABIA DE AYUDAR PARA EL AUMENTO DEL
.SANTO INSTI–
TUTO EL HERMANO SEBASTIAN DE ANTUÑ.ANO.
A los diez
y
siete
6
diez y ocho ··años de haber fun–
dado la sierva de Dios el Beaterio en la calle d,e Monser–
rat, le di6 mi Señor el deseo de que pidiese á su Ma–
. ges.tad al hermano Seba.stian de .A:ntuñano, y asi
la
sierva de Dios, de un ranchito que teni"' en la huerta