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me contó, que cuando en el otro Beaterio de 1Yfonser–
rat las estaban abatiendo, y ca i ya perdiendo las espe–
ranzas de venir al sitio del Santo Cristo de los Milagros,
la dijo el Señor: es mi voluntad que padezcas lo que mis
Santos; yo te llevaré honrada, y antes iré yo
á
aguar–
darte, y a i sucedió; por que
á
mí y
á
Sebastian de An–
tuñano nos puso en el corazon, y nos pareció bien les
tuviesemos antes que viniesen
á
este sitio del Santo
Cristo, colocado el Señor Sacramentado, ele qué la.sier–
va de Dios cuando lo· vió, advirtió la misericordia di–
cha y prometida. Todo lo dicho arriba lo r efiere el Li–
cenciado
'D.
Juan Carrion, como capellan que fué de
nuestr o Beaterio y que la confesaba todos los días.
Refiere
la
co · pañera de la sier va de Dios: <<que mu–
chos años antes ele conocer el sitio del Santo Cristo de
los lVIihgros, saliendo un dia de oracion, le dijo á
la,
dicha hermana., señalándole
con la
~no
hácia
e te sitio donde hoy tonemos la fundaoiori, que le
había dicho el Seüor que en un lugar donde ha–
bía muchos carneros, había de ser su fundacion; y no
haciendo r efiexion la sierva de Dios de esto por entón–
ces, cuando llegó el caso de tratarse del sitio del Santo
Cristo, y la vecindad del Ra.stro antiguo que t enia este
dicho sitio, tan vecino é inmediato
á
la Iglesia y San–
tuario del Señor de las Maravillas, y coge parte del Mo–
nasterio el dicho Rastro; pues habiendo pasado múcho
tiempo de esta revelacion, fué un dia de repente al Bea–
terio el hermano Sebastian de Antuñano
áJ
ver
á
la sier–
va de Dios, ya movido del Señor
á
ofrecerle que ahí lo
tenia para lo que se le ofreciese; y que la convidaba
para el Viernes inmediato
á
que fuera
á
la Misa del Se–
ñor de los Milagros: aceptó la sierva de J?ios el convite,
muy alegre, aunque le tenia gran miedo al dicho An–
tuñano.
Vino al Santo Cristo con su compañera, y estando en
la :Misa se acordó la dicha compañera de lo que la sier–
va de Dios le había dicho del zitio de los carneros, y
acordándose de esto allí, le dijo: l\Iadre en este sitio del