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osa es la heregía que llegará

á

la puerta, mas no en–

trará. Como soñé esto, de eso hija lloraba: pero es de

advertir que cuando nos decia algunas cosas, lo dis–

frazaba asi.

CAPITULO XVI.

QUIE~

FUE SEBASTIAN ANTUÑANO, Y CÓMO EL SEÑOR LO

DESTINÓ PARA EL CULTO DE LA IMAGEN DEL SANTO CRIS–

TO DE LAS MARAVILLAS, Y QUE COMPRASE Y DISPUSIESE

SITIO DONDE SE TRASLADASE NUESTRO BEA1'ERIO, QUE ES

ESTE EN QUE ESTAMOS.

Este capítulo se compone de algunos apuntes que él

mismo dejó escritos de sus

~osas,

y

a~i

me ha parecido

copiar por sus palabras. El primero es parte

d~

borra–

dor de carta (al parecer) escrita al ·general del Orden

de Carmelitas Descalzos, y lo_s otros, de dos papeles suel–

tos. En todos manifiesta su piedad, y deseo de la ma–

yor perfeccion y aumento de este Instituto Nazareno.

Omito referir las virtudes de este insigne · bienhechor

nuestro, asi por no dilatarme y despues de eso quedar

corta, como porque para su mayor alabanza basta saber

el aprecio que de su persona hacia nuestra Madre. Dice

asi el hermano Sebastian en dicha carta:

«Al presente resido en la ciudad de los Reyes, que co–

munmente dicen Lima, á donde fué servido el Altísil:po

Señor Dios Nuestro pasase de ese reino .de Es,paña,

siendo mi natural patria el señorío de Vizcaya. La pri–

mera vez, el afto de mil seiscientos sesenta y siete, salí

de Cádiz siendo de edad de catorce años poco mas,

y

llegué á esta ciudad de Lima despues

~e

habér pasado

grandes enfermedades, y peligros, á principios del año

de mil seiscientos sesenta y ocho, donde asi mísmo pasé

muchas mas enfermedades, . librándome ,el Señor, y dán–

dome salud milagrosamente: y por diferentes disposicio–

nes que dis;mso '*Dios, volví á embarcarme para España

en el puerto del Callao, el año de mil seiscientos sesen-