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74-

so para donde estaba la sierva de Dios,

y

le ech6 los

brazos al cuello, abrazándola con mucho amor,

y

le ha–

cia mil cariños.

Viendo yo esto, se me iba el alma tras aquella her–

mosura, y tambien quería yo cogerla y abrazarla. A es–

te tiempo me miraba la sierva de Dios, y reconociendo

las ansias y deseos que yo tenía de abrarzarlo, le decía

la sierva de Dios al niño: anda, anda, anda, Gomo que

se viniese á mí; y el niño no quería ir donde yo estaba;

solo volvio el rostro hácia mí, y me miraba y se reía,

y

esto lo hizo por tres veces. Viendo la sier'va de Dios

como·se resistía, lo carg6 como de po fuerza por los

bracitos, y l dijo, has-de ir: y á este tiempo estaba yo

con los brazos abiertos para recibírlo,

y

lo abrazé fuer–

temente.

Y

queriendo yo regalarme con él, se me fué

de los brazos con tanta ligereza, como si fuerVe un ba–

grecito que lo quisieran coger del agua,

f

se volvi6

á

ir con la sierva de Dios. A este tiempo desperté lloran–

do muchísimo, considerando que á mí no me queria por

mis grandes pecados, creyendo me habia de condenar,

y

muchas mas cosas de aflicciones que no las puedo ex–

plicar.»

ccDespues de pasados algunos dias, vine 'al Beaterio

á

ver á mi tia, y estando en la celda de mi tia, entr6 la

sierva de Dios á ver á mi madre; con quien estando ha–

blando cosas indiferentes, hablaba conmigo; y me decia

cuanto tenia en mi interior, tocante al caso ya referido

üe todo lo que me había pasado con el divino niño, sin

que ninguna de las que.estaban presentes en,tendiese na–

da. Yo entiendo todo lo que decia, porque conocía ha–

blaba conmigo, y solo me explicaba con llorar, y para

declarár_melo mas, me dijo:

ahora est¡¡mos ahí hlj'a? no

pienses eso) qu.e tarnbien te qu.iere

á

tí,

y

algu.n

día

lo

~erás

tú tarnbien:

de lo cual quedé alabando á Dios.