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so para donde estaba la sierva de Dios,
y
le ech6 los
brazos al cuello, abrazándola con mucho amor,
y
le ha–
cia mil cariños.
Viendo yo esto, se me iba el alma tras aquella her–
mosura, y tambien quería yo cogerla y abrazarla. A es–
te tiempo me miraba la sierva de Dios, y reconociendo
las ansias y deseos que yo tenía de abrarzarlo, le decía
la sierva de Dios al niño: anda, anda, anda, Gomo que
se viniese á mí; y el niño no quería ir donde yo estaba;
solo volvio el rostro hácia mí, y me miraba y se reía,
y
esto lo hizo por tres veces. Viendo la sier'va de Dios
como·se resistía, lo carg6 como de po fuerza por los
bracitos, y l dijo, has-de ir: y á este tiempo estaba yo
con los brazos abiertos para recibírlo,
y
lo abrazé fuer–
temente.
Y
queriendo yo regalarme con él, se me fué
de los brazos con tanta ligereza, como si fuerVe un ba–
grecito que lo quisieran coger del agua,
f
se volvi6
á
ir con la sierva de Dios. A este tiempo desperté lloran–
do muchísimo, considerando que á mí no me queria por
mis grandes pecados, creyendo me habia de condenar,
y
muchas mas cosas de aflicciones que no las puedo ex–
plicar.»
ccDespues de pasados algunos dias, vine 'al Beaterio
á
ver á mi tia, y estando en la celda de mi tia, entr6 la
sierva de Dios á ver á mi madre; con quien estando ha–
blando cosas indiferentes, hablaba conmigo; y me decia
cuanto tenia en mi interior, tocante al caso ya referido
üe todo lo que me había pasado con el divino niño, sin
que ninguna de las que.estaban presentes en,tendiese na–
da. Yo entiendo todo lo que decia, porque conocía ha–
blaba conmigo, y solo me explicaba con llorar, y para
declarár_melo mas, me dijo:
ahora est¡¡mos ahí hlj'a? no
pienses eso) qu.e tarnbien te qu.iere
á
tí,
y
algu.n
día
lo
~erás
tú tarnbien:
de lo cual quedé alabando á Dios.