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la sierva de Dios presente hubieramo
leido muchas
cosa.s.
Su confesor · y capellan de la ca a, D. Ba ilio de
ai–
zieta, dice en su relacion lo siguiente: <<En largo tiempo
que la comuniqué con mucha estrechez, con muy repe–
tidas conversaciones y negocios, jamas la vi en cosa que
desdijese de su perfeccion: antes sí, á cualesquiera que
hablaba, los fervorizaba á servir á Dios con gran empe–
ño. Su humildad y desprecio de sí fué raro, aunque
mas la aplaudiesen, que era para la sierva de Dios ' su
mayor tormento los aplausos que oía siempre.
<cCu,alquiera cosa que pedía era con gran humildad
y
rendimiento.
A
·mismo, cuando
v~nia
de su celda para
el cqro á confesarse, porque ent6nces sal] de oracion
y
preparacion, y cuando llegaba al confesonario á
confe~
sarse, era de ·calidad que cada palabra que decía era
GQn tantos
a~ctos
de amor, que mi mucha dureza ·la en–
ternecía, de calidad que no podía volver en mí, con mu–
chísimas lágrimas y deseos de servir á Dios, á quien
pongo por testigo de esta verdad. Y esto mismo de los
efectos de su fervor, lo experimenté yo con muchas lá–
grimas en la Vía-sacra que cantaban en el coro, de suer–
te que yo conocía cuando la sierva de Dios estaba pi–
diendo á nuestro Señor por mí; y lo verificaba, porque
despues, de pasados tres
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cuatro dias me lo decía y yo
lo calificaba con los efectos· de mi espíritu.
ccJama~
pude hallar materia actual para absolverla.
Preguntéle un dia, cuando algunos sujetos la maltrata–
ban
6
daban ocasion
á.
que ¡:te enojase, qué hacia? Me res–
pondi6, que interiorme,nte daba gracias á Dios, de que
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el sujeto la diese ocasion en que pudiose sufrir por su
amado, y que pedia especialmente por él al Señor.
ccFué muy gra de su pureza,
y
en diez
y
ocho años,
antes mas que menos, no supe que se le ofreciese con–
tra la; pureza, ni pensamiento menos puro:
y
era tan ho–
nesta, silenciosa
y
compuesta, que pocas veces se le veía
e~
blanco de los ojos. Un año antes, poco mas
6
me~?s,
· de
~u
muerte, ·despues de haberse confesado me dtJo;
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