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Yo le dje le ayudaría, y el seiior D. Basilio tambien:
con que in tando el señor Garcé
á
que lo hiciera, puso
la sierva de Dios en un papel donde nació, y quienes
eran us padres, y donde la
bau~~z aron,
y no ma :
me
llamó,
y
me enseñó lo que hab1a escríto:
y
yo le dije
que
i
no escribía mas que aquello tan poquito,
y
me dí–
jo: para obedecer esto basta. Instándola de nn.evo el
se–
ñor Garcés
á
que lo hiciera, volvió á decir otra vez
me
llevará JJiosj
y de hay
á
poco enfermo,
y
estuvo
dos
meses mas ó menos
en
la cama,
y
se la llevó Dios como
lo dijo.
~APITULO
XX.
EN QUE
QE
PROSIGUE LA MISMA .MATERIA
m
LA
IIUMIL–
DAD CON QUE SE PORTABA CON SUS CONFESORES, Y LA
OBEDIENCIA QUE LES TENIA, Y DE SU RARA PUREZA
Y
CASTIDAD .
;Fué, pues, exactí ima en la obediencia á todos, en par–
ticular
á
hs superiores (como son el señor Arzobiapo
y
Provisor; como tambien
á
sus eonfesqres) con sujecion
'
hll'milde, y
á
todos aquellos que conocia superiores,
y
a~h
á
su .. mismas hijas, porque á cualquiera achaque _
que tenia, se reconocía su mucha pumildad
y
obedien~.
cía, pues á cualquiera que le dijera que comiese
ó
be--
,
biese, al in,stante obedeeia con .tal humildad, como sí
fuera súbdita; y asi mism'o no ejecutaba cosa, que no
fuera tomando parecer de superiores
y
eonfesores.
E.n una
oca~ion
le mandó el confesor que se dejase
retratar,
y
excusándose por causas que le dió,
todas
'
hijas de la humildad, se lo mandó ·en obediencia, y con
ella consintió que viniese el Pintor; y al tiempo de sa–
carla se puso en oftacio'n, pidiendo· á Dios no permitiese
que la
retra~asen;
y
cuan,do el
P~ntor
habia dado. unas
pinceladas que volvía
á
verla para proseguir, la hallaba
de otra manera; de uerte que habiendo ido
tres veces
y
puestose
á .
acarla, nunca· pudo, hasta que confesó
que no podía sacarla, que era misterioso el caso.