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. claro y sereno, cayera en él bastante agua. Lo ex-·
traordinario del sli.oeso llamó la,
ate~cion
del Sr. Vi–
rey·
y
de. los jueces eclesiásticos.
1
Entón
ces empezaron
á admirar lo singular de la pintura:
.la,
prochjios.UJ con-
, ser_vacion de la pared estando comida por el pi·é, del
salitre y de la humedad de dos acequias que juhto
á
ella pa aban: la integridad y limpieza ele
la imágen
del Señor,
in que la hubiese maltratado estar á cielo
raso tantos años, é inmediata á un rastro de matanza
de carneros, que producía enjambres de moscas. El cu-'
ra de S.
~1arcelo
solicitó pana,r á la Iglesia p'arroquial
el pedazo de pared con la :pivina Imágen, para que
en ella tuviese el culto conveliiente; pero l»n Diego
Tebes '\1anrique, dueño del sitio en que se hallaba, se
opuso
á
la traslacion.
1
La
devo.~ion,
que se hizo general en toda la ciudad,
facilitó la fábrica de una capilla, que se concluyó en
breve tiempo, aunque de débiles materiales. Refiére–
se, que al levantar el trozo de pared en que estaba la
imágen, para embeberlo en .un cajon de cal y ladrillo
que lo asegurase, se desprendieron los adobes en que
esta.ban pintadas · la Santísima Vírgen y la Nfagdale–
na, quedando integra la Cruz y el cuerpo d-el Seiior.
Por estas particularidades, y por las muchas curas mi–
lagro"as que se creyeron efectos de la Divin:1 imágcn,
se empezó sin duda
{¡,
conocer bajo el nombre ele Señor
de los Milagros, ó de
la
l\1aravillas.
El año de 1684 se dedicó al culto y serYicio del Se–
ñor de los
~1ibgros
Seba.stian de Antuñano, varón
devoto y ejemplar, el cual asegura en uno ele sus ma–
nusctitos, haber sido llamado con particular voca–
cion
á
e te destino:
or tanto se entregó
á.
él con ·tal
empeño, que compró todos los solares vecinos á la Ca–
piHa,, la hizo lle nuevo con ma.s estension y mejore
ma.teria.les, despues
u
el temblor de 1687. La, ruina que
causó en la Ca.pil1a fué general en tocla la Ciudad;
pues, os uno de los mayores temblores que ha experi–
me;1t:1do;
y
en memoria de él,
y
para obtener del Se-