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dirijida del Espíritu Santo. Yo dí gracias ·

á

Su Ma–

gestad, si es que cabe en mi desagradecimiento. Quedé

de gozo que no cabia, porque así fué Su Magestad ser–

vido darle luz á mi alma, asegurándola que

cumplirí~

lo referido. Llena, pues, el alma de este gozo, no sa–

bía qué hacerse. Hallé puerta en mi

J

esus Nazareno,

·que amoroso me llamaba,

y

sin saber cómo, entré por

el -Espíritu Santo,

y

dí en Jesús hijo de Dios Padre

y

'

.asentándome por discípula, me recibió mi Jesús como

Maestro Divino en su escuela divina. Su amor

y

m~sericordia divina me ayuden

y

dén gracia, para que

en todo

y

por

~do

quede

servi<~o;

y yo

~ísera

pecado–

ra, como humilde sierva suya, rendida en su santa

YO–

voluntad por toda su eternidad. Así sea, Amen.»

Estos admirables sucesos que tienen toda. la aparien–

cia

d~

ver1aderos

2

recomiendan · extraordinariame:ate

el instituto de esta Rcligion,

y

deben servir de un

grande estímulo para su conservacion en esta ciudad;

pues es cierto que nunca ha aceptado Dios de un mo–

do mas claro obra alguna de las que se

hacen

en su

obsequio, ni distinguido á sus santos con favor.es mas

visibles,

y

que excedan en todo las fuerzas y órden de

la naturaleza'.

Los

de~eos

·de la hermana Antonia

y

del piadoso An–

tuñano, se empezaron

á

lograr el mismo dia de la

muerte ·del último; pues en él una (persona piaO.osa en–

" ió alarifes, para que dispusiesen las habitaciones

y

ofi–

cinas necesarias que le faltaban al Beaterio; destinan–

do para ello crec.ida cantidad de madera que tenia pa–

ra otro efecto.

A poco tiempo, por medios igualmente

mi~teriosos,

se encargó de S2licitar la aprobacion del Papa

y

la li–

cencia del Rey D. Gerónimo . Machado, pasando á este

fin

á

Roma

y

á

Madrid. Padeció en una

y

otra Cór–

te grandes .contradicciones. En la primera, por la no–

vedad

y

austeridad del Instituto. En la segunda, por

el mucho número de conventos que había _en esta ciu–

dad. Finalmente, obtuvo la licencia del Sr. D. Felipe

lT