-129-
dirijida del Espíritu Santo. Yo dí gracias ·
á
Su Ma–
gestad, si es que cabe en mi desagradecimiento. Quedé
de gozo que no cabia, porque así fué Su Magestad ser–
vido darle luz á mi alma, asegurándola que
cumplirí~
lo referido. Llena, pues, el alma de este gozo, no sa–
bía qué hacerse. Hallé puerta en mi
J
esus Nazareno,
·que amoroso me llamaba,
y
sin saber cómo, entré por
el -Espíritu Santo,
y
dí en Jesús hijo de Dios Padre
y
'
.asentándome por discípula, me recibió mi Jesús como
Maestro Divino en su escuela divina. Su amor
y
m~sericordia divina me ayuden
y
dén gracia, para que
en todo
y
por
~do
quede
servi<~o;
y yo
~ísera
pecado–
ra, como humilde sierva suya, rendida en su santa
YO–
voluntad por toda su eternidad. Así sea, Amen.»
Estos admirables sucesos que tienen toda. la aparien–
cia
d~
ver1aderos
2
recomiendan · extraordinariame:ate
el instituto de esta Rcligion,
y
deben servir de un
grande estímulo para su conservacion en esta ciudad;
pues es cierto que nunca ha aceptado Dios de un mo–
do mas claro obra alguna de las que se
hacenen su
obsequio, ni distinguido á sus santos con favor.es mas
visibles,
y
que excedan en todo las fuerzas y órden de
la naturaleza'.
Los
de~eos
·de la hermana Antonia
y
del piadoso An–
tuñano, se empezaron
á
lograr el mismo dia de la
muerte ·del último; pues en él una (persona piaO.osa en–
" ió alarifes, para que dispusiesen las habitaciones
y
ofi–
cinas necesarias que le faltaban al Beaterio; destinan–
do para ello crec.ida cantidad de madera que tenia pa–
ra otro efecto.
A poco tiempo, por medios igualmente
mi~teriosos,
se encargó de S2licitar la aprobacion del Papa
y
la li–
cencia del Rey D. Gerónimo . Machado, pasando á este
fin
á
Roma
y
á
Madrid. Padeció en una
y
otra Cór–
te grandes .contradicciones. En la primera, por la no–
vedad
y
austeridad del Instituto. En la segunda, por
el mucho número de conventos que había _en esta ciu–
dad. Finalmente, obtuvo la licencia del Sr. D. Felipe
lT