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icr"'idos deben separarse cuidadosamente dos cuestio–
nes-la verdad de las faltas
y
delitos sobre que recaía
.la acusacion-·la inegularidad
y
violencia que pudie–
ron tenor los procedinüentos judiciales. Co1uo nues–
tro objeto es presentar datos para que falle la opinion
·de uuestl'os conciudadanos, respecto de unas personas
t1ue
.han tenido .Y tienen defensores
é
iinpugnadores,
lo prin1ero es favorable
ú
nuestro propósito, cualquie–
ra que pueda ser el demérito de los jueces en el segun–
do punto. l{egularn1ente la persecucion atrae las sitn–
lmtias,
y
esta es ünagarantía que .presta la humanidad.
al perseguido; mas no por eso le dá
derecho,
le dá
ino–
-~encia,
y
la desgracia mis1na, ·esta
cosa sagrada,
no pue–
e;(le pGijudicar á la justicia.
AI{TICULO XX.
-._....,.'·-·
\Estrafiamiento de la co1npaíiia pa:t· el rey
(!e
Es
pafia.
211.
Las cosas de España nos mereeen una consi–
aeracion particular. Mal vistos los padres de la conl–
pañia en las Naciones, tuvieron que "buscar wrnparo
eu la Santa Sede, é inclinarla
á
to1nar su defensa tan
vigorosamente, con1o si
á
la existencia de la iglesia
católica le fnera indispensable la con1pañia, s·egun lo
d1jo Clen1eute XIII,en una constitucion al caso–
cujus causa,
la de la relijion,
é
sua cssentia cvnjuncta est
cum causa societatis:
palabra arrancada por los jesuitas
y
sus
í~utores,
trasladada
á
todos los idimnas para pro–
danlar un triunfo, pero que cabahnento sirvió para
su daño: el papa se habia resistido
á
poner su fir–
rna.
Y
.co1no los jesuitas, estos hon1bres que llevaban
la fanut de sabidos
y
astutos, divulgaban sus propios
panejiricos,
y
·corrían las sátiras contra el1nonarca de
J:.i~spaña
y
sus n1inistros,
y
poco Jespues acaeció el mo–
ti
u conúa Esqnilache,
y
continuaban los pasquines
y
otras piezas sen1ejantes, hubo de procec1ert3e á pesqui–
.til:.t,
que .fné encargada al consejero Nava
y
al fiscal
Uan1po1nanes. Creía esto, que por todos los ran1os de
tan vasto negocio se hallaba con1plicado un cuerpo
n:lijioso,
<pw
no cesa
u
a de esparcir especies, qno t en-
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