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-175-

orijen empezaron

á

brotar varias sen1illas de

disensio~

nes

y

contiendas, no solo de sus individuos entre sí,

sino tan1bien de ella con otras órdenes regulares, el

dero secular, universidades, escuelas públicas, cuer–

pos literarios,

y

hasta con los misn1os príncipes;

y

fue–

ron acusados los de la compañia de n1aterias muy gra–

ves, que perturbaron la paz

y

tranquilidad de la repú–

'Llica cristiana.''

''Sisto V,

á

solicitud de Felipe II, nombró un visita–

dor de la compañia en España, lo que no tuvo efecto

por su muerte. Gregorio XIV aprobó de nuevo el ins–

tituto de la con1pañia, eonfirn1ó sus priv;ilejios,

y

pro–

hibió, só pena de escomunion mayor, que nadie iln–

pugnase el instituto. Aprovechó tan poco todo esto,

(1ue antes bien, el mundo se llenó, casi entero, de re–

ñidas disputas sobre su doctrina, se encendieron di–

gensiones dort1ésticas

y

esteriores,

y

se multiplicaron

las acusaciones contra la compañia, principalrnente

por la inmoderada codicia de los bienes temporales.

li01nos observado, con harto dolor, que los re1nedios

aplicados no produjeron casi ningan efecto,

y

que fue-–

ron infructuosos los esfuerzos heGhos por varios de

nuestros predecesores, desde Urbano VIII hasta Be–

nedicto XIV, para que se abstuviera la compañia del

1nanejo de los negocios seculares, con1o acerca de las

contiendas suscitadas contra ordinarios, órdenes regu–

lares

y

corporaciones de diferente non1bre en Europa,

Asia

y

An1érica; sobre la iaterpretacion de ritos jentí–

licos, el uso de opiniones condenadas por la Santa Se–

de,

y

sobre otras cosas de surna importancia; por lo

que Inocencia XI, de piadosa memoria, se vió precisa–

do

á

prohibir

á

la compañia que recibiese novicios,

pena conminada tan1bien por Inocencio XIII."

" Despues de tantas tempestades, sobrevinieron

timnpos mas turbulentos,

y

hasta príncipes liberales

con la con1pañit1., se han visto precisados

á

espelerla

do sus reinos, co1no único remedio

á

los

n1ale&~.

Y te–

Hiendo por cierto que ese remedio no .era suficiente,

pidieron uinifonnes

á

nuestro predecesor Clemente

XIII la cstiuc1ou ele la cornpañia para el sosiego esta–

ble desus súbditos,

y

el bien universal de la iglesia

cristiana. El no esperado fallecinüento del Pontífice,

hnpidió el curso

y

éxito de la

solicitud.'~

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