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dictó
val'ias providencias contra dichos padres.
Al–
gunos señoreH principales, justamente resentidos con
el monarca, consultaron al padre Malagricla
ya
otros
dos jesuitas, sobre si seria, permitido n1atar
á
un rey
que turbaba el reposo de las rilas ilustres familias,
oprinüa
á
su pueblo y cornpron1etia la relijion. Los
padres nutridos en doctrinas favorables al rejicidio,
y
tratándose de un monarca reprobado por el cielo,
pues inquietaba á los jesuitas, animaron
á
vengarse
'á
los señores. El rey fué herido de dos golpes de pu ...
ñal: tres señores
~1rincipales
fneron juzgados
y
con"
<lenados: el prov1ncial, cuatro procuradores
y
otros
jesuitas, entre ellos el P. 11alagrida, fueron puestos
en prision: se publicó una 1nernoria intitulada
errores
ánpios
de que eran acusados los j0suitas,
y
al año ca–
bal del atentado fueron espulsados estos de todos los
estados del rey de Portugal."
207.
"En el siglo anterior habían sido espeliclos de
Venecia los jesuitas por rebeldes
á
los decretos del Se–
nado; de Boemia por perturbadores de la tranquili–
dad pública, seductores de los ánin1os con la doctrina
de ]a potestad universal
é
ilimitada del papa en lo tenl–
poral,
y
atizadores de discordia; de Nloravia por la.s mis–
mas causas. En el propio siglo encendieron en Euro-–
pa ]a ruidosa disputa del jansenis1no, que privó de la
hacienda y del sosiego á tantos hombres honrados: des–
truyeron
á
Pnerto-teal, abrieron l
os sepulcros, espar-
cieron los huesoe
y
arruinaron 1os
Inur.os.)J, .........·De
propósito nos abstenemos de decir 1nas.
208. Es muy notable, para no añadir algo
á
lo di–
cho antes aceren de la quiebra co1neecial del padre
La·
vallete, visitador general
y
prefecto apostólico de las
misiones en las Antillas. .Almacenaba mercancias, car–
gaba buques, tenia un banco público, conüsionados
.y
contadores,
y
jiraba su papel
que
n1erecia gran crédi–
to en todas las eiudades c0merciantes de Francia
y
de
toda la Europa. El ji ro sufrió un
grnn
contraste por
las inesperadas hostilidades de los iugleses; -y tuvieroQ.
que reeurrir los banqueros al padre Sacy, procurador
~
general de las nrisiones, que tenia en Paris la
corres~/
1
pondencia del padre Lavallette. El general de la ór–
<len acababa de morir; la elecciou del sucesor pedía
tien1po;
y
cuando
ya
'elejido
djó
órden para que. se su-