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~

167 ..:_

dictó

val'ias providencias contra dichos padres.

Al–

gunos señoreH principales, justamente resentidos con

el monarca, consultaron al padre Malagricla

ya

otros

dos jesuitas, sobre si seria, permitido n1atar

á

un rey

que turbaba el reposo de las rilas ilustres familias,

oprinüa

á

su pueblo y cornpron1etia la relijion. Los

padres nutridos en doctrinas favorables al rejicidio,

y

tratándose de un monarca reprobado por el cielo,

pues inquietaba á los jesuitas, animaron

á

vengarse

los señores. El rey fué herido de dos golpes de pu ...

ñal: tres señores

~1rincipales

fneron juzgados

y

con"

<lenados: el prov1ncial, cuatro procuradores

y

otros

jesuitas, entre ellos el P. 11alagrida, fueron puestos

en prision: se publicó una 1nernoria intitulada

errores

ánpios

de que eran acusados los j0suitas,

y

al año ca–

bal del atentado fueron espulsados estos de todos los

estados del rey de Portugal."

207.

"En el siglo anterior habían sido espeliclos de

Venecia los jesuitas por rebeldes

á

los decretos del Se–

nado; de Boemia por perturbadores de la tranquili–

dad pública, seductores de los ánin1os con la doctrina

de ]a potestad universal

é

ilimitada del papa en lo tenl–

poral,

y

atizadores de discordia; de Nloravia por la.s mis–

mas causas. En el propio siglo encendieron en Euro-–

pa ]a ruidosa disputa del jansenis1no, que privó de la

hacienda y del sosiego á tantos hombres honrados: des–

truyeron

á

Pnerto-teal, abrieron l

os sepu

lcros, espar-

cieron los huesoe

y

arruinaron 1os

Inur.os.

)J, .........·De

propósito nos abstenemos de decir 1nas.

208. Es muy notable, para no añadir algo

á

lo di–

cho antes aceren de la quiebra co1neecial del padre

La·

vallete, visitador general

y

prefecto apostólico de las

misiones en las Antillas. .Almacenaba mercancias, car–

gaba buques, tenia un banco público, conüsionados

.y

contadores,

y

jiraba su papel

que

n1erecia gran crédi–

to en todas las eiudades c0merciantes de Francia

y

de

toda la Europa. El ji ro sufrió un

grnn

contraste por

las inesperadas hostilidades de los iugleses; -y tuvieroQ.

que reeurrir los banqueros al padre Sacy, procurador

~

general de las nrisiones, que tenia en Paris la

corres~/

1

pondencia del padre Lavallette. El general de la ór–

<len acababa de morir; la elecciou del sucesor pedía

tien1po;

y

cuando

ya

'elejido

djó

órden para que. se su-