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~hi.
En carta de 15 de Enet·o de
1625
decia
asi-:·'~1-
gunos de los uuestros han confesado y apoyado
ú
al–
gllnas mujeres que se ,arroban eu público, Je las cua–
les quedaban dos presas en la Inquisicion. Otra, que
se llan1a Da. Luisa, cada dia
e.~tá
en nuestra iglesia,
arrobada por tres
y
n1as horas,
y
los padres
tienen pa–
peles de sus revelaciones.
V.
R..
debía haberlo
rerne–
Jiado. Que Da. IJuisa se q
uede ensu casa,
ó
se vaya
á
.otra iglesia
á
arrobar
y
uo
ven.gaá
la nuestra."
IIn–
bria sido de desear, que quien de tal nlanera se espre–
.saba, hubiese p
uesto 1uas cuidado
en
la publicaciou
de la
Jrn.ágen
de.i
prim.ersiglo de la Uompafúa de Jesus,
.supri1niendo ciertos arrob.an1ientos
y
rev,elacioues. fa- ·
l'orable~
al institu:o.
ARTICULO
XIX~
Mas sucesos.
201.
Acunualen1os hechos sueltos y
esparcidos
eu
diferentes epocas, sin clasificarlos
com.o
hasta ahora,
para
que
nos acon1pañen en el ca.nüno que Uevan1os_,
hasta llega;t· al objeto que nos
proponerno~,
y
en lo
<lue
110
poco tenernos adelantado.
.
El papa Pío V, habia dado una bula exc01nulgando
J
deponiéndo á la reyna Isabel de Inglaterra,
y
ab–
solviendo á sus súbditos del
j
tuamtJlto
de fidelidad;
y
con el pretesto de administrar sacran1en tos
á
loia
católicos, iban misione1·os de liorna, que la corte disi–
mulaba nli<:mtras se contraiau á su n1inisterio. Pero
se descubrió que esparcian 1naximas .perniciosas,
y
sostenían que el papa podía deponet·
á
los reyes:
cua–
tro de estos comisarios fueron condenados
á
1nuerte~
Mas
esto no impedia que viniesen otros,
á
los cuales
se unieron
Person~1y
y Campian jesuitas,
los
primeros
de esa órden que predicaron tales 1náximas.
IIabian
obtenido del papa Gregorio
XIII,
uua bula en que
declaraba, .que la de Pío V, ligaba
á
Isabel
y á
los he–
rejes para siempre; pero que los católicos estaban dis–
pensados de obedecer, hasta que se presentase
ocasion
favorable. La reyna prohibió alojar
ó
n1antener je–
suitas
ú
otros saceeclotes venidos de los senlinarios de
Roma.
ó
de
Reims. En el
discurso del
reinad~_
de