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xn~

han

dado

en

nuestt·os dias,

y

que

tienen

Yirtud

de desengafiar

á

]os que

todavia

no

se

hallen

empedernidos. ConvénZJa.nse de

que otras

ideas

van dominanrlo,'y han- de dominar con mas po–

der

en adelante: ahí está la

n1agnáni1na

é

ilustre~

Italia.

Si

sus..

monar.cas hubieran

seguido

los

.consejos leales de

an1ig-os suyos,

de dar

á

sus–

pueblos instituciones libernles, se hallarían sen–

tados a] presente en sus tronos;

y

ahont todo lo

han perdido, porque se en1peñaron en conser–

varlo todo. L'l imprenta ha

revelado,

quienes

eran los p1·incipales directores de esos desgracia–

dos príneipes, para siempre perdidos,

á

causa de

que

cieg;Js condurian

á

otros ciegos.

¡Bendita sea

su ceguedad, que

abrevi6 el

erunino

para

ll~gat~

á

la

unic!Md

de la Italia!

¡B.enditas

sean

su ilú–

siones., qúe aguardan un mil3gro para su

resta–

blecimiento,

cuando

Dios está

con los

pueblos,

y

quiere sacarlos de la condic.ion de lnunihles re–

brlños,

para

alzarlos

á

ht

dignidad que

corres–

ponde

á

hombres.!

Tatnbien el Papa

ha quedado someüdo

á

la

propia suerte.

Si

al ver el

di~gusto,

de los pue–

blos,

y

el

fallG

reprobatorio de

J.a

pat~te

1nas

sen–

sata de Europa, de que haya todavía

un

Rey- ·

Pontijice,

se hubiese adelantado Pio

IX

á

des–

pojarse generosamente

del

po.der

tetnporal,.

110

ha

brin

sido

pura adn1irac-ion

y

estéril respeto

lo

que se hubiera captado de todos Jos pueblos de

]a tierra; miéntr·a-s que

ahora, m-a}

aconsejado,.

-y

enoj,andose

y

lanzando escomunion,.

se ha

es–

puesto

á

tantas

humiJiacio~les,

que por

este lno–

ti

vo no tuvieron

q~~

sufrir

sus predecesores. an–

tes de Pepino

y

Carlomagno.

En vano ha dicho el c ·ardenal Antonelli, c;ue

"'el

principado

temp-ordl está unido

esencialrnen–

te

al pontificado:

porque San

~edro

y

sus su,ce-