X l.
s)glo.,
mas
no
por los
documentos
de la
insti..,
tuc'ion, gntbados en
el
alma
y
corazon de los
mien1bros
de
la
Ord~n. Emp~zaran
racional
y
cristianamente; pero
tarde
ó
temprano se da–
rán á conocer: nunca fueron torpes Jos jesuitas
para
dar comienzo pnr donde tenían que ,ac<tbar.
No se declara hostilidad
á
la palabra, lo que
no seria racional; pero lo es,
y
muy
prudente
precaucion., estar contra el serüido
q1:1e
ellas en–
<eierran,
ó
en nttestro caso contra
el
jesuitis?noe
Es
d~
agra.decer
á
estos padres,
que
hayan
acep–
tado stt propio no1nbre, pues con
ello
nos hart
oevitadG
el peligro de desconocerlos.
Jesuitcts
se
Uan1an., es decir, individuos no de una congre–
gacion
Hueva,
de la que habria necesidad de ha–
eer ensayo, sino de una antigua que tiene his–
.t-ória,
y
¡que historia! El peligro,
y
gra,~isimo,
está d.e
:parte
de los ·que, siendo jesuitas, se pre–
sentan ·en otra forma
y
otro
nombt~e,
predican–
do las propias máximas deJ
instituto,
infundien–
do su espíritu,
y
e1npleando Jas mismas armas
de combate, para hacer guerra
á
los· principios
adoptados,
y
desacreditar nuestras instituciones.
Y
el peligro se auntenta al contar con eJ auxi–
lio
y
la eooperacion de conciudadanos nuestros,
unidos
á
ellos estrechamente con el vínculo de
unas mismas pretensiones en el espirítu del
je –
~uiti$mo;
y
que dt'spues de Dios, hay alguna co–
sa que aman mas que
a
su patria.
RogamQS
á
todos estos señores, cualquiera
que sea su hábito
y
el lugar
él
e su nacimien–
to, que reflexionen un poco en presencia del si–
glo en que vi
ven~
Es preciso decirlo con repe–
t.icion:
ya
no se puede gobernar el n1undo como
nntaño, ni en lo político ni en ]o eclesiástico: so–
lo Jas obras de Dios son perdurables. Ahranles
los ojos las fuertes
y
repetidas lecciones que se