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vn.

ran útiles

á

nuestros Estados. ¡Que

hay

de ·

tan

·estravagante

y

anómalo en nuestra pobre Amé–

rica, pueblo de hombres eomo los demás puea

blos de la tierra, que se crea útil

y

necesario en

ella, lo que es desechado, lo que es nocivo en

Europa!

Y como los amigos

y

defens-ores de esos reve ..

rendos los presentan por el aspecto bueno que

les conviene, se hace indispensable

darlo~

á

co–

nocer en su totalidad,

y

manif~star,

que el bien

que lurn hecho, les da un carácter

1nas

peligroso.

No seducen

á

la gente los salteadores de cami–

nos, la espantan: los que ]a seducen son, los que,

con mira oculta, ofrecen bienes,

y

especialmente

si empiezan invocando el santo nombre de Dios.

Porque ¡cuantas veces se ha engafiado á los pue–

blos,

y

causádoles mal en el santo

y

benéfico

nombre de Dios!

Además, instituciones adaptables

y

útiles en

un tiempo, no lo han sido ya, no han podido ser–

lo en los siguientes. Cada siglo tiene sus opi–

niones

y

sus elementos propios. Ya no alborota–

rán

á

Europa Pedros hermitafios, y de

hoy

1nas

no serán padres misioneros los que tengan la vir–

tud de -reform;ar el mundo. Sin e] los será reve–

renciada la Cruz en paises de cristianos,

nlan–

tenido el culto,

é

instruido en Ja religion el

pueblo: para ello están

y

bastan nuestros Obis–

pos

y

sus párrocos en el competente número.

Pero se hace empeño de confundir una causa

de partido con la santa causa de la religion,y de

llamar defensores ó enemigos de ésta á los que

sostienen

ó

impugnan aquella. No, no: el cris–

tianismo es respetado aun de aquellos que no lo

profesan;

y

no hay quien no apruebe la senten–

cia del docto apologista

Bergier-Cuando

Jesu–

cristo

no fuera Dios, seria el

nujot

y

·mas

amable