VI.
un estímulo mayor para contradecir al
Go~ier
no, que el que tuvieran antes para servirle
y
en–
salzarle.
Y
luego, de Europa estendieron su so–
licitud
apostólica
al nuevo mundo,
y
multiplica–
ron sus relaciones,
y
quedaron entabladas, vi–
niendo regulares
y
aun seglares
de
allá,
para
fanatizar mas
á
nuestros pueblos. Recuérdense
los sucesos, compárense las fechas en
que,
pre–
tensiones desacreditadas,alzaron la frente,
y
cae ...
remos en cuenta de que ese trasportado espíri–
tu
ha sido
la
causa del carn bio acaecido, como
re·sultado natural de trabajos prévios,
y
de no
interrumpidas comunicaciones, hasta el extrerno
de pedirse
·al
general de la Orden,
profesores
pa–
ra la enseí1anza de nuestros jóvenes en algun co–
lejio . . Los sucesos que
están
pasando
á
nuestra.
vista,
ilustran
y
esplican
otros anteriores.
Cambiemos de ténnino. Si esa Orden fué
aceptada por Gobiernos absolutos, fué tambien
·de otra manera tratada en los pueblos donde se
inYocaba-Constitucion-li bertad;
y
sus Iniem–
bros eran mal vistos, cuando no expulsados, he–
cho ya odioso de largo tiempo su nombre,
y
abo–
minado
su
espíritu. Saben los lectores cuaL es
esa Orden,
y
que este espíritu en.. el
jesuz.tismo.
Segun esto, Gobiernos que introdujeran
y
pro–
tejieran jesuitas, presentarian por esto solo un
síntoma infalible
de
su carácter
y
tendencias
al
absolutismo;
asi
como
al
contrario, Gobiernos
que, Jejos de contar con ellos, rehusáran su
cooperacion , se acreditarian de buena
fé
en
su n1archa de progreso, tan marcada en el si–
glo
XIX
por sus instituciones
y
n1edios de accion.
Y
no
obstante,
conocido el espíritu de ]as ten–
dencias del
Nue\TO
Mundo, al que no pueden
· convenirle jesuitas sino para retroceder, asi
piensan
algunos en
ün~or
de
ellos,
como si
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