X\r.
y
no contentos de ronlper Jos lazos
mas
estre–
chos,
y
de exijir que se inmolen las mas inocen ..
tes
in
el
inaciones,
y
de
llevar
toe;)
a
afeceion al sa–
cerdocio, tienen doctrinas para desopinar á los
impugnadores de sus pretensiones,
á
quienes
califican de enemigos de la re
lij
ion,
yw
predican
como n1áxima corriente
y
segura en conciencia,
que
es hcito desacreditarlos, para que no dafíen.
Máxima que con celo verifican
y
amplían en
Ja
práctica: el que esto escribe, es victima frecuen–
te de tan piadosa doctrina. Sepan pues ahora
Jos americanos que lo ignorasen, y han de leer–
Jo en este escrito, que tal sentencia como
la
an–
terior, es tomada de los Doctores de la Compa–
ñia;
y
digan si no hay neeesidad
d~
contrade–
cirles·y desacreditarlas,
y
manifestat· Jos peli–
gros de . la senda que llevan y por donde guían
tales
Doctot~es.
Porque no basta contar con los buenos frutos
.
que reportamos de
su
ceguedad
y
de
la
exajera–
cion
y
escándalo consiguiente de las máximas
que ensefian; algo es indispensable de otra par–
te. No fué bastante en Italia abandonar á los
príncipes
á
su, para ellos, funesta ceguedad, si–
no que fueron men·ester ]a cordura
y
el patriotis–
mo de Jos pueblos,
y
la
presencia de Victor
Ma–
nuel,
y
el heróico valor de Garibaldi, para que,
poniendose en contraste con hábitos tenaces, se
encaminára todq al fin deseado. De esta n1ane–
ra
se removian los obstáculos: se tomaban en
-cuenta provechosa Jos desaciertos del contrario,
se adjudicaban
a
la buena causa los despojos
del
triunfo,
y
se sometía
á
prueba
y
descubri–
miento
á
los que tuviesen opinion interesada;
á
]os jesuitas por ejemplo, que estaban con este
y
aquel príncipe, cuando creían que estos estu\'Íe–
sen
con
ef
Papa, en la
cosa tetnporal,
y
_si
no--no.