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1'32

, ensanche

es n1nyor, tienen para estos nna 1nfinidacr

JC..

casuistas relajados.

Cón

este·

m-odo

cóntodo

y

fie

xibh~,

alargan los brazos

á

todo· el ruundo;

y

ú

ningnno des–

echan.

Por

esta

via- eoHservan·

á

sns·

a1nigos, y

se ·de-

. :fienden de sus

etren1igos; pues.

si

los·

acusan· <fe relaja–

dos, sacan

á

luz sns directowes austeros;·con·lo cmll: loz;·

si1nples

que-clan

sa.tis-fechüs·

sjn\

otra

ptu.eba-.)) ·

167·: · Vean aY1oTá'

nu"estrCts

lectores~

los

testin1onio:3:

de escritores jesuitas·al caso de

probabilismo,

y

lo qne··

se ha

menester,

{ijuicio·<le-el.los; 1!ara

qne una.opiniort.

pueda llamarse

y

ser·prO<ba

ble~

En·

la obra están

lo~ ;

textos

~a

ti

nos con

las corresptn!lctientes citas-.

EL c&lebre padre Vasqt:rez, de·q_

aien

d'ecia })inna, que·

le valía pot todos los autm·es;

se expresaba as-í-. ''juzgo·.

verdadera

la

sentencia

de

1\fedina,

q.u.e·

n1ucho

antes.

-erfll con1:un, que

es

llcito

á

un varon doctO' obrar con ...

tra su

propia op1nion,

que

reputa

poT n1as probable,

seguir la de otros, annqt1e sea n1enos segura

á

su jui–

cio

y

menos probable,

con

tal de que no

esté·

destituÍ -·

da de

razon

y

prohabiJidad.>'}-"Aprnebo

Ta

sentencia,

ue

aquellos, que

sin distincion sostienen, que

el

con c.

fesot puede,

contra

sn

propia

opinion, absolver

al

pe–

nitente

que

sigue opin1on probable n1énos

segura,.

re–

dnnde

ó-

no

daño

de tércero.))

llaciéndose crtrgo

el

padre

Suarez

de los que

con-·

tradicen la

última sentencia

de

Vasqnez,

pues

en

tal

caso obraría el confesor contra su propia conciencia,.

observa,

que

~'senHüante

razou

no

in1porta

uada;

por-–

que

puede

alguno

obear contra una

opinion

especula–

ti

va,

y

u o obrar practica

mente

contra la conciencia;

y

porque

el confesor no procede entónces por opinionv

sino qne absuelve

á

quien reputa

ciertan1ente por

bien

dispuesto.

·y

digo

que

el confesor

no

solo puede,

sino

qn e debe absolver al penitente.>) Ya

ven nuestros lec–

tores,

que

el

reverendo

padre

snpon1a

el n1érito

y

jus–

ticiu del

probabilisnw

en

la

conciencia del confesor.

El

Üu11oso

padre

Antonio

Escobar

no

dudaba decir?

"que respl andecía la divina Providencia en la variedad

de

caminos

ó

sentencias que seguir en n1aterias Inora–

les. ¿No es rnejor (1ne

ha.ya in.uc

~1os

cmuiuos

p~'lt:a

it