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lú5.
Qne haya precepto al caso de la liceuc1a del
general, consta de las
constiüwiones
ele
la -con1pañia
1
qu'C
-en el capítulo
1.
0
do ]a
3~
parte la ex1jen
expresarru:~a·
te, como requisito iaclispcnsable para la pu!Jlicacion
de los
Jibrnt-.l~ecü
·¡,wn
poterunt in lncen't
sine approbatione
~
:(ltque consen"u prmpositi generalis.
Y qne
s0
hallase en
observaneia tal precepto, Jo sabia el P. Tirso G-onza–
Mez, que
IH)
pudo obtener del general Oliva, la corres–
pondiente aprohaciou
y
licencia para in1prirnir su es–
~l'ito;
y
lo advertirán con un poco de diligeneia los lec–
t ores, que quieran
y
t engau proporcion de registrar las
obras de varios padres jesuitas, con1o las del P. Vas–
quez, del P. Su.arez, del P. Escobar, del P. Lai1nan,
del P.
·v-iva,
la~
·del P. Lesio, ]as del P. Cash;o-Palao,
y
otras de diferentes pa,drcs, con la Bspresa licencia.
del general. ele la
Ór(len,
ú
la de las respecti\< ..
OS
provin–
c iales, autol'izaclos al caso por el general.
Sobre todo,
y
desentendiéndonos de cuanto puedan.
decir
á
favor suyo los padres jesuitas
y
sus defensores,
l es harernos esta sencilla observacion. Si la tnayorín.
de los padres de la corn.pañia hubiese opinado con1o
(lonzalez
y
otros pocos, no habria ca:ego que hacerles
por las doctrinas de la nünoria; pero conto los que sos–
t enian una, opiuion por n1as probable que otra, no le
·(tnitaban
á
esta su probabilidad, sino que la lnir[tban
por bueua
y
segura eu la práctica,
ó
nuts brevernente,
adnaitiendo unos
y
otros escritores el principio
el
el pro–
babiiisnlo; es lógico decir,
que
ambos quedabau sujo–
tos al peso de las
consecuenci-as
que naturalmente
re–
sultaban;
q11e
aprobaban en la práctica eso mismo por
~que
no estuvieran en la teorla;
y
que todos
y
cada
uno.
de los escritores probabilistas de la corapaília,
y
de los
no escritores instruidos en esas doctrinas, estabat1 rnan–
eomunados en
~l
sosteninliento del sistema.
166. Si chocase
á
nuestros lectores,
que
obras de
_diferentes
y
contrarias opiniones fues en aprobaclasj un–
tatnente, oigau al señor Pascal que en su carta q
nint~
decía
asi,
á
nornbre del
padrejesuita-"Si
uo tuviéra–
nlos eu la
co1npaiüa
n1as que casu1stas relajados, des–
ttuirianlos el
desigllio principal, que es de abrazar
á
todo el nnutdo. Los de buena conciencia buscan las
reglas 1nas seguras,
y
como estos son pocos, tienen po–
e os directores; n1as con1o el uún1ero de los qno buscan