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-131-

lú5.

Qne haya precepto al caso de la liceuc1a del

general, consta de las

constiüwiones

ele

la -con1pañia

1

qu'C

-en el capítulo

1.

0

do ]a

3~

parte la ex1jen

expresarru:~a·

te, como requisito iaclispcnsable para la pu!Jlicacion

de los

Jibrnt-.l~ecü

·¡,wn

poterunt in lncen't

sine approbatione

~

:(ltque consen"u prmpositi generalis.

Y qne

s0

hallase en

observaneia tal precepto, Jo sabia el P. Tirso G-onza–

Mez, que

IH)

pudo obtener del general Oliva, la corres–

pondiente aprohaciou

y

licencia para in1prirnir su es–

~l'ito;

y

lo advertirán con un poco de diligeneia los lec–

t ores, que quieran

y

t engau proporcion de registrar las

obras de varios padres jesuitas, con1o las del P. Vas–

quez, del P. Su.arez, del P. Escobar, del P. Lai1nan,

del P.

·v-iva,

la~

·del P. Lesio, ]as del P. Cash;o-Palao,

y

otras de diferentes pa,drcs, con la Bspresa licencia.

del general. ele la

Ór(len,

ú

la de las respecti\< ..

OS

provin–

c iales, autol'izaclos al caso por el general.

Sobre todo,

y

desentendiéndonos de cuanto puedan.

decir

á

favor suyo los padres jesuitas

y

sus defensores,

l es harernos esta sencilla observacion. Si la tnayorín.

de los padres de la corn.pañia hubiese opinado con1o

(lonzalez

y

otros pocos, no habria ca:ego que hacerles

por las doctrinas de la nünoria; pero conto los que sos–

t enian una, opiuion por n1as probable que otra, no le

·(tnitaban

á

esta su probabilidad, sino que la lnir[tban

por bueua

y

segura eu la práctica,

ó

nuts brevernente,

adnaitiendo unos

y

otros escritores el principio

el

el pro–

babiiisnlo; es lógico decir,

que

ambos quedabau sujo–

tos al peso de las

consecuenci-as

que naturalmente

re–

sultaban;

q11e

aprobaban en la práctica eso mismo por

~que

no estuvieran en la teorla;

y

que todos

y

cada

uno.

de los escritores probabilistas de la corapaília,

y

de los

no escritores instruidos en esas doctrinas, estabat1 rnan–

eomunados en

~l

sosteninliento del sistema.

166. Si chocase

á

nuestros lectores,

que

obras de

_diferentes

y

contrarias opiniones fues en aprobaclasj un–

tatnente, oigau al señor Pascal que en su carta q

nint~

decía

asi,

á

nornbre del

padrejesuita-"Si

uo tuviéra–

nlos eu la

co1npaiüa

n1as que casu1stas relajados, des–

ttuirianlos el

desigllio principal, que es de abrazar

á

todo el nnutdo. Los de buena conciencia buscan las

reglas 1nas seguras,

y

como estos son pocos, tienen po–

e os directores; n1as con1o el uún1ero de los qno buscan