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si dan buena
é
ilustrada, doctrina en los colejios,
y
sí
desean servir á }a humanidad, ¡,por qué no lo hacen
sin ser ni llamarse jesuitas? Y pues se
llam~n
tales,
'y
salen
á
todas
pa1~tes
fuera de sus casas y co1ejios, no
será temeridad pensar, que mantienen otro propósito
el propó'sito de la órden cuyo nombre' llevan...Seria
la mayor torpeza en hombres' amigos de' servir á su.s
semejantes, adoptar u:q. distintivo que los hiciera odio–
sos, y no presentarse en otí'a forma. Mas •prese-ntán–
dose en la de jesuitas, n-o era natural que
empezasen
por donde tenían que acabar:
empezaban por.donde era
1
cbnveniente, prestando servicios como si no fueran
jesuitas, para most¡:arlo algun dia, cqanclo
~llos
vie–
sen llegado el momento oportuno. Ifablamo.s á vista
de la historia, y del muy conocido carácter · d0· esos
padres, para que otra vez nos dejemos
enga~
i5.ar.471, Pero "tienen prosélitos, tienen amigos
y
pro–
tectores: no están pues tan odiados co'mo parece.)) Y
¿quienes son esos secuaces, y amigos y protectores? ,
Empecemos separando cuidadosa y respetuosameñte
esa porcion
inocer~te
y sencilla, tan fácil de atraer,
cuando se le hacen insinuaciones ,con tono humilde
y
compunjido, á mayor gloria de Dios, y servicio del pró–
jimo; y mucho mas si se le hacen en presencia
y
com–
paracion de un mundo corrompido y corruptor. Los
jesuitas no tienen derecho de contar entre los suyos
á
esta porcion inocente, incauta y numerosa, que si
conociera en verdad á los jesuitas, y que con espíritu
jesuítico se le hacían tales advertencias y amonesta–
ciones, huiría de ellos: ·les presta oido, los signe, p<;>r
que no los conoce. Poned en su lugar un buen obis–
po, un buen párroco, dignos sucesores de
lo~
prime–
ros ministros ·del evanjelio de Jesucristo, y harán un
bien á todos, porque no se predicarán á sí mismos,
porque no enseñarán jesuitismo: ¡,Qué derecho, ,qne
pudor pueden tener, los que se atreven á numerar en.-
tre sus secuaces
á
las pobres víctimas'?
'
Diremos proporcionalmente de esta clase de pTosé–
litos,
ó
sean congregaciones de los jesuitas, loquean–
teriormentB queda notado,
á
propúsito de·las difcren-