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-356 -

ejemplo,

~1elchor

Cano, Eustaquio cleBellay,

~1.

Thou,

M. Canaye, el Presidente Harlay, Seguier, Dumesnil.,

Marion, Servfn, sábios y piadosos obispos, laUniversi–

dad de París, el clero de Roma, el Cardenal Dorsat,

y

muchos mas. Y lo que ahora se dice de la. compa–

ñia es precisamente lo que se decía entonces."

"El público decide por los hechos en

la

esper_ien–

cia de dos siglos. El ha visto en la compañia una ma–

la doctrina enseñada por miembros principales,

y

acusa con razon al cuerpo, cuyo deber era impedirlo:

El veia en todos los reinos, ·que jesuitas movían dis–

turbios y querellas con los cuerpos y con lQs particu–

lares,

y

creía que

~lla

era la causa de esos disturbios

y

q"!J.erellas; pues le parecía imposible que ella tuvie...

se siempre la razon contra todo el mundo. Veia

á

re-

1\iiosos, á quienes está prohibido el comercio, inva–

diéndolo,

y

sacando todo el provecho en un pais es–

tranjero en pmjuicio de los estados,

y

no podía dejar

de mirar ésta conducta como indecente

y

odiosa."

"Hay adernas en el réjimen de los jesuitas ciertas

contradicciones que merecen ser examinadas. Por

ejemplo, haber obtenido ]a "confianza de los reyes,

sosteniendo que había casos en que se podía atentar

contra su vida; haber logrado calmar varias tempes–

tades, haciendo las mismas promesas, sin cumplirlas

jamas; ser abonecidos en cuerpo, y amados como par–

ticulares; asegurarse la proteccion del Papa protes–

tando ser hijos de obediencia,

y

desobedecién<lole

perpetuam.ente; adquirir grandes bienes, '

y

haciendo

voto de pobreza. Esto

y

mas se halla confirmado por

la esperiencia, maestra de los hombres,

y

el público,

que es el juez íntegro."

Lo que acaba de oírse á éste rec01nendable escri–

tor, manifiesta claramento, que el juicio de]

público,

ó

en otra palabra-la

opinion

fundada. en la esperiencia

de dos siglos, reprobaba el instituto de la compañia.

Un siglo hace que se hablaba así, en cuyo tiempo se

han acumulado los acontecimientos para dar testimo–

nio contr

a ella

. ¿Tres siglos de documentos n.o serán

bastantes

pa.ra

condenarla, 1éjos de aceptarla?. Y ¿lo