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curso comun con el de lo alteadores de camino,

qué

como

i

de. conocieran su oficio de muchos año , di–

cen que iban ello de pa o, y ca ualmente e unieran

á los n1alhechore ; pero el juez lo convence, los con–

funde

y

lo~

ca tiga. ¿Losjesuitas no han cometido lo

que se le atribuye? ¡Fue qué!

¿N

o hemos alegado

pruebas para convencerlo? ¿Será Infundado el juicio

que hombres prndente's

y

sin pasion hicieron de los

jesuitas? ¿No tendría razon el que dijo-"el gran in–

flujo de los j esuitas ha causado á menudo al jénero

humano los mayores daños; pero en medio de los efec–

tos lamentables de su fundacion, el jénero humano

ha sacado algunos beneficios importantesT' [347] Re–

pitamos, pues vosotros lo quereis. Ahí·está vuestro tex–

·to,

~gun

el cualservis á un tiempo á Dios y al Papa,

y

el -otro texto en que un prepósito

~en

eral no presi–

de á ho.mbres sino á cadáveres. Ah1 está la multipli–

'Ca'da y constante resistencia de personajes cristianos

a

la introduccion y permanencia de la compañia. Ahí

está la persecucion del venerable Obispo Palafox, del

·señot Cárdenas y de otros obispos, y la persecucion

hasta la muerte del inocente Antequera. Ahí están

los disturbios causados por los jesuitas, á causa de la

ambicion, de la avaricia y su génio inquieto, "contu–

maces, capciosos, inobedientes, perdidos y refracta–

·rios," segun los llamaba Benedicto XIV. Ahí está

Jesa tenaz

y

escandalosa resistencia

á

la autoridad

l~.piscopal

en puntos n.o sujetos á la esencion, como la

visita de los curatos desempeñados por jesuitas; resis–

tencia tan recomendada por el general Vitelleschi al

-provincial del Perú, tan rudamente ejecutada contra

·el ·Obispo Cárdenas, y antes de eso, añadamos ahora,

puesta en ejercicio por los jesuitas del Cercado de

Lima, contra el Arzobispo Santo Toribio [348] Ahi

~está

-el reino jesuítico del Paraguay, en esas recomen–

·dadas misiones, donde habia un poco de bien para los

pobtes indios, reservándose lo demas para los padrea

·:m-isioneros. Ahí están las misiones del Oriente, en

'qU'e

adelantaron tanto y tanto los jesuitas, casi hasta

tocar

á

la idolatría. Ahí

0

tán las cartas provinciales