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tes clases de la compañia. I{ombres tenia dignos de
ser
miembr.osde una verdadera compañia de J esus,
parte sana
y
realmente cristiana: los había tambien
doctos y sinceros, que hacían servir su ciencia á la vir–
tud, ignorando todos ellos los misterios recónditos en
la parte dominante y directora, q1.1e á sabel'los, ó
RO
' habrían pertenecido
á
la compañia,
ó
habrían deser–
tado de sus banderas para seguir las de Jesucristo.
No hagais pues mérito . de esa porcion inocente, para
recomendaros y acreditar vuestra influencia, y volva–
mbs la vista
:í'
vuest:ros amigos y .protectores.
Por la parte que conocemos y está'á nuestro alcan–
ce, podemos j.uzgar de los demas.
á
Hay ·gente, de in–
clinacion
y
por sistema, absolutista, que no pueden
avenirse con la libertad, la igualdad
y
la fraternidad,
palabras en su conecpto anárquicas, absurdas, necias
y hasta heréticas; y tal gente pertenece naturalmente
á la compañia, defensora
y
observante del absolutis–
mo. Hay ·otra gente fanática, que llama dogmas cris–
tianos sus pretensiones ele partido,
y
no puede encon–
trar lugar mas adecuado y
m~jor
apoyo que entre je–
suitas. La hay tambien ambiciosa de poder, y laxa de
costumbres
y
opiniones, no quiere reparar en medios
para llegar á sus fines; y los jesuitas como nadie faci–
litan á esta gente medios de alcanzar poder, y doctri–
nas que justifiquen el uso de esos medios, y halaguen
esa laxitud de costumbres. Otra gente hay, que no
tiene err relijion y en po1ítica sino un solo principio–
el egoísmo; y sin creer en nada, ni profesar cosa algu–
na, se reviste de todas las formas, adopta ostensible–
mente todos los símbolos, y emplea el lenguaje de to–
das las conciencia-s, para llegar por muchas vias al ob–
jeto querido-su utilidad. ¿No se avendrá esta gente
con la compañia? Añadid la emulacion, la venganza
de los que por odio á sus enemigos, admiten y sostie-:
ne:h todo lo contrario de ]o que estos llevan,
y
si no
son partidarios 'de los jesuitas, ellos· se hacen tales.
Todas estas
y
otras parecidas gentes son secuaces y
amigas
y
protectoras de los jesuitas. ¿Pueden ellas
dar honh1
{L
ninguno?