Previous Page  328 / 408 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 328 / 408 Next Page
Page Background

..

32i

glin su antigua costumbre; y no para esparcir la ins–

truccion en el pneblo por 1nedio de sus colejios, sino

para crearse relaciones con las fam.'ilias ricas, usar de

su influencia en provecho propio. En Rusia, como en

otras partes, no pensaban sino en enriquecerse, y bús–

caban

á

los enfermos, hasta en sú lecho de muerte,

para despojar á los herederos lejítimos. Nutnerosos

hechos proba1•on al emperador, que los jesuitas eran

-sobornadores,

contra los cuales pronunciaba la ley des–

tierro

á

Siberia y trabajos forzados en perpetuidad.

El emperador dulcificó la pena, y los hizo salir de

San-Petersburg y

el~

Moscou: lo que sucedió poste-

riormente, queda referido." (335)

.

Súcedia todo esto en

~iempo

de .Alejandro; pero

h1ucho antes, "habiéndose establecido desde.1685, fne–

rotl

espulsa~los

cuatro años clespues: volvieron. y fue–

~on

espulsados de nuevo por Pedro el grande en

1718.

Elwfria

á

los capu·chinos como monjes sin conse–

~uencia,

y

nüraba

á

los jesuitas como políticos peli-

grosos. f336]

.

.

438. Respecto de los demas

~stados,

"Francisco II,

.y

su 1ninistro Meternich se

declar~ron

protectores

9-e losjesuiU:Ls, creyendo que se podria resistir á las

ideas

~1uevas,

si favorec_ian la educacion jesuítica, y

:conciliarse por medio de la compañia la fidelidad de

las poblaciones de Galicia

y

de parte de la Polonia.

y

trabajaron tan bien los jesuitas, que

á

fines de 1827

les concedió

existe1~cia

legal. Sin embargo, los jestti–

tas no estaban admitidos en Austria sino con ciertas

precaúcio11es contra su ambicion y sus 1n-alas cloctri–

pas:.

los 1nejores arnigos

~le ell~s

no podían. hacerse

lluSion sobre sus tendenc1as pehgrosas. Qmenes es–

peraban -en-contrar auxilio poderoso en la compañia,

ho advertían que am11entaban las fuerzas de sus pro-

_pios enBmigos; .pues bastaba que los jesuitas se pro–

nunciasen p·or un órden de cosas, para que el pueblo

~ntrase

inmediatamente en desconfianza: obedecía al

instinto d9 ]a conservacion, que le decia,-doncle es–

tan los jesuitas, ahí estan el despotismo

y

la hipro-

cresia.''

·

41