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'· El
que
a.sise
esprdsa.ba., merece ser creído en sus
re~
laciones;
:susju
icios son rectos
y
están al alcance de todo·
lector. Por lo que hace
á
sus afecciones á los j esuitas,
da repetidas muestras en sus obras, cometiendo algu•
na vez la ligereza de Hamar indignas de crédito, men–
tirosas, las relaciones que descubrían sus mall:lJs doc–
trinas, siendo así que estaban apoyadas en irrecusa–
bles documentos. Por otra parte, ora defensor de va–
rias pretensiones de la curia romana; todo lo cual le
da mas derecho á ser ereido y considerado por los que
llaman cismáticos á quienes las impugnan.
. '
ARTICULO XXIV.
RESTABLECI.i\1IE.NTO DE LA COMPAÑIA.'
§
l. o
408. Echemos ahora la vista
á
las naciones católi–
'cas clespues do la cstincion de la compañia. Sucedió
ell a cabalmente en una época en que se aproximaba
el cataclismo ele la revolucion francesa que ha con–
movido al mundo, dejándole estragos espantosos,
y
se–
millas benéficas
y
fecundas para el porvenir. Menos
necesitaban los padres esti.nguidos
y
sus ciegos parti–
darios, para imputar todos los males
á
su ausencia,
á
su estincion. N o querian advertir, que los elementos
se ha1laban preparados de antemano, en el despotis–
mo del gobierno,
y
principalmente en el intolerable
'Orgullo de Luis XIV que se llamaba
el Estado,
y
di.si- -
paba en guerras
y
lujo la hacic11da nacional,
y
cuyofanatismo posterior desterntbn de la Francia á hom–
bres industriosos; en la inmorali.clad
y
disipacion el e
la
R~jencia
y
del rein ado ele Luis XV; en la arrogan–
cia de los nobles; en el menosprecio al pueblo mise–
rable, que elespues de haber sufrido, murmuraba
y
se
ü ritaba
y
se lanzaba como torrente contra los autores
ele sus desgracias. Si es.tas causas preparadas no esta..
h an á la vista de todos, estaban en el coraz·on de los
fra.nceses, y no podian dejar de hacer esplosion terri-
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