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-277-

impedir un

j

nsto sentimiento de inclignacion, al ver

la manera abominable con que

2.·I.

Crctinea-Joly re–

presenta }a muerte de este Papa. Parece quo Dios ha

r etirado

á

este nutor las luces y

el

buen sentido mas

vulgar, en castigo d.e ·su constante malevolencja, y el

furor con que persigue

á

este Santo Papa, desde la pr1-

1ffiera hásta; la últin1a pájimt de su miserable obra. Los

prot estantes no hablan del Papa, como este autor ha

hablado de Clemente XIV en su momento solemne.

H asta en los escritores paganos, cuando pintaban la

muert-e de esos monstruos de la humanidad, como Ne–

ron y Domiciauo, se encontraban algunas pala.bras de

compasion en justo respeto

á

sns manes. P ero M.

Cretineau-Joly se sobrepone á tocbJs las consideracio–

nes, á todos los r espetos que se deben

á

las cenizas

de los muertos, y hasta

á

los que imponen la verdad

y la j usticia. He aquí como describe la muerte de

Clemente- "Eu fin, el 22 de Setiembre ele

177

4, la

rr

razon le volvió

á

Clemente, pero la razon con ]a

<e

muerte. .E l Cardenal 1falvezzi, el áujel malo del

<e

Pontífice, asistió

á

su última hora. Dios no permi–

cc

tió que el sucesor de los apóstoles espirase sin ro–

«

conciliarse con el cielo. Para arrancar al infierno

ce

esta almct del Papa,

que segun una do sus 11alabras,

ce

era su casa., era necesario un milagro. S. Alfonso

<e

de I_Ji.guori era Obispo ele Santa Agueda on el r eino

ce

de Nápoles, y la Providencia (1 ue velaba mas por el

ce

honor del pontifi cado suprcrno, que por la sn.1ad

del

<e

cristiano comprometido por un:1 grande falta, ele–

ce

signó

á

Alfo11so c1e I_Jiguori como intermediario en–

<c

tre el cielo y Ga.nganelli. En el proceso ele la cano–

ce

nizacion del Sm1to se lee la manera con que se obró

<e

el prodijio."

Al hacerse cargo

l\ti.

Theiner de estas palabras do

M. Cretineau- Joly, supone que "probablemente apa–

r eció San Alonso de Ligorio al Papa en el tiempo de

i:lU

agonía, para

oonsola~le

ele

las amarguras que sus

enemigos le hicieran padecer durant e su vida, rego–

cij ar su alma,

y

darle con anticipacion el gusto de la

beatitud que le esperaba en vida mas feliz: que en los