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-275-

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del mundo

á

los hombres mas respetables de la

'<<

Iglesia

3r

del Estado, mientras que estos, con l9s ma–

·<<

yores miramientos

y

solo por el interés de la verdad,

·<<

descubren

á

los miembros de la compañia -algunos

«<

de sue.defectos y algunas de sus miserias."

"El tal panfleto conten]a una descripciQn poética

de todas las profecías que esparcían los amigos de la

-compañia desde

1771,

an'lenazando á los enemigos de

esta con el j uicio severo de Dios, que caería so–

bre ellos infaliblemente. Desde esa época se hizo cé–

lebre una pobre criatura, llamada .Ana Teresa Poli

<le imajinacion exaltada, de la que se apoderaron al–

gunos jesuitas de R01na; haciéndola servir de

m~ra;.illoso instrumento á su fanatismo. Bernardina Ren–

ei

hizo concurrencia á Poli;

y

una y otra fueron pues–

tas en clausura

y

oxan1inadas; resultando mezclados

muchos ex-jesuitas, y hallándose ·en casa del P . Co1-

trano, unR, correspondencia tan vasta, que solo las

-cartas relativas

á

las profetisas llenaron un saco,

y

pesaban ciento quince libras. El P. Francisco Anto–

nio Zacarias, conocido como sábioy como teólogo, ma–

nifestó grandeza del alma

y

snmi.sion; no .así Jos pa–

dres de Alemania, Polonia, Rnsia, Prusia, y sobre

todo en Silesia, donde no guarchbau ninguna medi–

da. El ex-provincial pensaba en reunir en congrega–

cion

á

los jesuitas naturales

y

ostranjcros en los es–

tados de Prusia, y de elejir un pro-Yicario, pues el

general se hallaba cautivo.

Y

no solamente conser–

vaban su hábito con infraccion del breve, sino conti–

nuaban predicando, confesando, recibiendo novicios

y

consumando sus actos cismaticos elijiendo un vica–

rio general. Con e te motivo escribía el CarclenalBer–

nis-"elSanto Padre estáresueltoásosteñer con iini.le–

«

za el breve de supresion;

y

piensa que la desobedien–

«

cia formal del mayor número de estos reliji.osos secu–

<c

larizados demuestra mas todos los dias la justicia

y

<e

la n ecesidad de la

supre~ion

ele

una compañia, tan

e<

inquieta

y

tan poco sometida á la autoridad del j efe

(( de la Iglesia." Esta inconcebible ceguedad de los